La importancia de conocer cuáles son las reglas, procedimientos y gestión para realizar la certificación de los bienes es básica para cualquier proceso de comercialización, especialmente, los orientados al comercio exterior o exportación.

Las certificaciones son los requisitos que los países emiten, a través de reglamentos técnicos y normas industriales, necesarios por infinidad de razones, desde la protección medioambiental, la seguridad personal y de salud de los consumidores, así como la seguridad nacional; es un procedimiento (o conjunto de ellos) que debe ser informado claramente, tanto al importador, como al consumidor final.

Si bien es cierto que éstas pueden variar de un país a otro, o cada país tener las propias, a las que deberá ceñirse de manera estricta el aspirante a exportador, el tener demasiadas normas diferentes puede convertirse en un obstáculo para el comercio internacional.

Precisamente por eso, para asegurar al consumidor y al productor que las normas sean realmente útiles, y no arbitrarias o una excusa para el proteccionismo, existe dentro de la Organización Mundial de Comercio el Acuerdo sobre Obstáculos Técnicos al Comercio (OTC) mecanismo de orden jurídico que garantiza que los reglamentos, las normas y los procedimientos de prueba y certificación no creen obstáculos innecesarios.

Este acuerdo motiva a que los gobiernos apliquen normas de observancia internacional, y contiene un código de buena conducta para la preparación, adopción y aplicación de normas voluntarias.

También estipula que los mecanismos utilizados para decidir si un producto cumple con las normas requeridas tienen que ser justos y equitativos, evitando métodos que den a los bienes de producción nacional una ventaja injusta.

Asimismo, a través de este acuerdo se fomenta el reconocimiento a través de criterios unificados entre los países de los procedimientos de evaluación ya que, de lo contrario, probablemente habría que duplicar las pruebas de las mercaderías, al realizarlas primero en el país exportador y luego en el país importador.

Por otro lado, es imperativo que los productores y los exportadores conozcan cuáles son las normas que se aplican en sus posibles mercados, mismas que pueden ser tales como acreditación de Buenas Prácticas Agrícolas (BPA), Comercio Justo (Fair Trade), Producción Orgánica (Organic), Elaboración exclusiva por Indígenas o Mujeres (según el país y el producto), entre muchas otras.

 

Para que esa información esté a disposición de los productores, comercializadores, exportadores e importadores, se exige a los miembros de la OMC que establezcan servicios nacionales de información y se mantengan actualizados de manera permanente.

En nuestro país, Las diferentes entidades del Gobierno Federal, como la Secretaría de Economía (SE), la de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER) el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (SENASICA) agrupan y autorizan a los Organismos de Certificación, mismos que son personas morales cuyo objeto es realizar tareas de certificación, esto es, evaluar que un producto, proceso, sistema o servicio se ajuste a las normas, lineamientos o reconocimientos de organismos dedicados a la normalización nacionales o internacionales.

Los Organismos de Certificación son instituciones de tercera parte en cuya estructura técnica funcional participan los distintos sectores: productor, distribuidor, comercializador, prestador de servicios, consumidor, colegios de profesionales, instituciones de educación superior y científicas.

Para el caso del sector primario, existe un Padrón Nacional de Organismos o entidades Certificadoras de diversos procesos, aunque básicamente se refieren a la producción orgánica y a la sanidad e inocuidad, acreditados por la SADER y SENASICA, los cuales puede consultar en la liga:

https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/577791/Padron_Organismos_de_Certificacion_de_Productos_Organicos_2020-09-14.pdf

Es sumamente importante resaltar que nuestra capacidad productiva no tiene mucha relación con la oferta exportable, toda vez que aún existe una brecha inmensa entre ambas. En la medida en que los productores, comercializadores, exportadores, organismos gremiales y gobierno entiendan cada uno el papel que les corresponde en la cadena se irá incrementando la capacidad exportadora de nuestro país, con el consecuente aumento en la entrada de divisas y movimiento de la economía nacional.

Nuestro pilar de desarrollo históricamente ha sido el campo, no permitamos que la desaparición de apoyos, la visión errónea del concepto “autosuficiencia alimentaria”, la mezquindad de los funcionarios y su absoluto desconocimiento del sector nos lleve a perder lo avanzado. La vocación productiva del campo mexicano, y especialmente, del campo veracruzano, deben poner la muestra de cómo lo institucional y las políticas públicas populistas nada tienen que ver con el esfuerzo y deseo de superación de las y los productores. El certificar la producción abre las puertas del mundo a los productos nacionales, no hacerlo es cerrarse a la posibilidad de participar activamente en un entorno global, donde México, tal parece, se niega a ser protagonista.