El problema con la mayoría de magistrados –los que sí se han quemado las pestañas, no como los recomendados para arribar al puesto-, es que son ambiciosos, sin embargo, creen que todo se resuelve conforme a Derecho, piensan que por leerse cien libros de leyes tienen agarrado a Dios de los pelos y esa visión limitada los hace cometer errores que les cuestan los cargos. ¿O no es así Sofía Martínez Huerta?