Crónica

¿Llegaron los grupos prehistóricos a Quintana Roo o en su paso por Belice y Guatemala no alcanzaron a habitar esa región?, es la pregunta que respondió la arqueóloga Carmen Rojas Sandoval, quien tras dos décadas de investigaciones plantea que hace 14 mil años llegó una población a Tulum para habitar esa dicha durante 4 mil 500 años.

Esa respuesta la emitió la especialista en arqueología subacuática durante la conferencia Los primeros pobladores de Tulum. Exploraciones en cenotes y cuevas sumergidas de Quintana Roo, que formó parte del ciclo La arqueología hoy, organizado en El Colegio Nacional por el Premio Crónica, Leonardo López Luján.

Rojas Sandoval explicó que hasta el momento han identificado el esqueleto de diez individuos pre-cerámicos o pre-mayas que vivieron en Quintana Roo hace 13 mil años y 8 mil años.

“Estos personajes recorrían a diario grandes distancias para subsistir, lo sabemos por el aplanamiento de los huesos de las piernas, el cual es un rasgo distintivo de los grupos nómadas”, comentó.

A partir de dichos esqueletos de la costa de Quintana Roo, los investigadores plantean que a Tulum llegó una sola oleada migratoria hace casi 14 mil años con personas de gran variabilidad de cuerpos, esto es, diferentes estaturas y cráneos.

“Esas fisonomías variadas no se deben a varias oleadas, sino a una. En esta población ya se observan adaptaciones al calor y la humedad del Caribe Mexicano como la baja estatura”, indicó.

La segunda oleada migratoria se llamó Amerindia y fue la que dio origen a los nativos americanos o indígenas, entre éstos, los mayas, explicó Rojas Sandoval.

La arqueóloga narró que, en época prehistórica, Tulum fue un mosaico de bosques rodeados de pastizales con variantes de vegetación y selva. “Lo que nos dicen los estudios es que en la región hace 23 mil años había bosques de pino y encino; hace 18 mil años era una sabana árida y hace 10 mil años existía un clima tropical medio”.

Los pre-mayas que habitaron esos ambientes tenían una esperanza de vida entre 40 y 50 años.

“Las condiciones de vida eran amenazantes por los depredadores gigantes como el león americano, el tigre dientes de sable y el oso cara corta; por las condiciones de salud precarias, por la muerte en parto, por accidentes propios de la vida nómada y por el ingreso a las cuevas”, indicó.

Sin embargo, esos primeros pobladores de Quintana Roo enfrentaron retos propios del calentamiento global.

“Con el incremento de la temperatura se elevó el nivel del mar, y las áreas que dominaban se fueron inundando. Sabemos que la isla de Cozumel era más grande y los esteros, que los humanos pudieron explotar en la costa antigua, ahora están sumergidos”, señaló.

Una conclusión de Rojas Sandoval es que la “apropiación, administración y cuidado del agua fue una experiencia tanto de nómadas como de mayas que nos recuerdan a no olvidar los ejercicios del pasado. La gran derrota es el olvido”.

DIEZ ESQUELETOS. La arqueóloga del INAH detalló que los cenotes son conexiones a ríos subterráneos y que en el caso de Quintana Roo es donde han hallado restos óseos humanos.

“Los dos ríos subterráneos más grande del mundo están en Tulum: Sac Actun que tiene 307 kilómetros y Ox Bel Ha que tiene 235 kilómetros. Ahí hemos localizado diez esqueletos humanos de una antigüedad entre 13 mil a 8 mil años”, dijo.

Rojas Sandoval expuso los datos de los esqueletos hallados, inició con el de Naharon de mil 3721 años de antigüedad que murió en una cueva entre sus 20 o 30 años de edad.

“Medía 1.40 metros de estatura y tenía 53 kilos de peso. Se recuperó la mayor parte del esqueleto que encontramos a 20 metros de profundidad en una cueva que estuvo seca cuando ella murió”, dijo.

La arqueóloga también habló de la mujer Las Palmas que data de hace 12 mil años que murió entre los 44 y 50 años de edad, con estatura de 1.52 metros y 58 kilos de peso. Otro esqueleto hallado en los cenotes mayas es el abuelo Munkal, quien falleció entre los 45 y 55 años de edad.

Después se refirió a los tres esqueletos de Chan Hol, de los cuales, uno corresponde a Ixchel, de 30 años de edad y 1.64 metros de altura. En esa cueva, los expertos hallaron una serie de fogatas de origen humano.

“Estas personas no habitaban las cuevas, pero accedían a ellas por agua y para depositar a sus muertos. La presencia de fogatas era una estrategia importante para la supervivencia, servían para marcar los pasajes especiales para visitar a los muertos”, señaló.

Rojas Sandoval ahondó en las características de dos hombres hallados en el cenote Pit y en donde encontraron los restos de un perezoso, de una nueva especie de jaguar y dos clavículas de león americano. La arqueóloga también habló de los restos del hombre del Templo y de la adolescente Naia.

Sobre la presencia de fauna comentó que las investigaciones reportan los restos de una nueva especie de perezoso gigante: Xibalbaonyx oviceps, y de un jaguar extinto: Panthera balamoides.