La Fiscal General de Veracruz no controla ni a sus elementos, eso ya todos en la dependencia lo saben menos ella, sin embargo, en el asunto de las armas robadas a los policías ministeriales antier en la colonia Rafael Lucio de la capital veracruzana, hay interrogantes y cosas que no cuadran.

¿Qué clase de capacitación tiene un elemento de la policía ministerial para dejar en una unidad oficial las armas a su cargo y además a la vista de las personas? ¿Qué compromiso y responsabilidad con la sociedad pueden tener los oficiales que hicieron esto? Una de dos: o son muy tontos para efectuar esta acción o ya sabían que alguien se las iba a robar y se hicieron de la vista gorda.

¿Cómo sabía el ladrón que se iban a bajar de la unidad oficial y dejarían sus armas los elementos ministeriales? Si los iba siguiendo: ¿desde dónde los perseguía sigilosamente? ¿Para qué se las robó y luego las dejó abandonadas? ¿Las quería para perpetrar algún ilícito? ¿Conocía a los policías y les jugó una broma pesada? ¿Querían involucrar a los ministeriales en algún delito pero quien armó este “numerito” no contaba con la cámara que grabó el hurto de las armas y los cartuchos?

¿La Fiscal General de Veracruz tuvo conocimiento de esto desde un inicio o una vez más sus subordinados le mintieron para no hacerla enojar? ¿Quién se empeña en ridiculizar a Verónica Hernández Giadáns? ¿Habrá detenidos? ¿Se fincarán responsabilidades por acción y omisión o se dará carpetazo al asunto?

Mientras los veracruzanos están ávidos de procuración de justicia pronta y expedita, deben aguantar y observar las ridiculeces que se cometen en la Fiscalía General de Veracruz que encabeza doña Verónica Hernández Giadáns. Eso es lo malo de nombrar gente improvisada en cargos tan importantes.