Aquí se los adelantamos, pero no nos creyeron. Al permitir Tato Vega entrar a su partidito a Gonzalo Vicencio, no sólo le abría la puerta a un político resentido, para nada, le estaba dando las llaves de su casa a un personaje perverso, con profundos problemas existenciales que lleva como lema la bandera de la traición e ingratitud. Hoy militantes de ese instituto lamentan su llegada. ¡Ni hablar!