La síndica, gracias a sus ambiciones políticas, de nueva cuenta se encuentra en el ojo del huracán.

Ella misma ha dado origen a esa andanada de “ataques” de los cuales tanta lloriquea.

Gracias a su mala costumbre de andar de partido en partido ahora la gente, sus paisanos, ya no le creen, solo esperan que aparezca en la boleta electoral para mostrarle su rechazo. La toleran por protocolo, pero en realidad no la ven con buenos ojos.

A los coatepecanos nadie los engaña, todos conocen el pasado político de la hija del próspero empresario constructor.

Tampoco es necesario “golpearla”, como se ha venido quejando, ella solita se magulla.

Según sus amanuenses el traqueteo proviene del cacique Everardo Soto Matla, de un tal Julio Hernández, o del gachupín José Manuel Sánchez Martínez, a ver a cuál le atinan.

La edil ve moros con tranchetes. Eso es todo.

Lo cierto que el protagonismo es lo suyo, nadie le está inventando nada.

Que acaso ya no recuerda sus andanzas en las filas panistas, ya tan pronto olvidó sus coqueteos con las tribus del Sol Azteca, fue precisamente ella misma la que anduvo publicando sus recientes encuentros con el alteño, con el tal Vicente Aguilar, ese personaje que regentea, y muy bien, las siglas del Partido del Trabajo en la entidad. O acaso imagina que su tránsito por el desaparecido partido político Alternativa Veracruzana, ya no existe, pero si gusta otro recuerdito allí tiene su candidatura a la diputación local abanderada por el Verde Ecologista.

Esos brillantes cambios de camiseta los ha llevado a cabo a la vista de todos y lo ha hecho sin mayor recato. En medio de un total valemadrismo.

Nada más para que se dé una idea de su habilidad para el trapecio político, le diremos que en escasos doce meses se envolvió en tres distintas camisetas partidistas.

Así de competente es la muchachita.

Lo más triste es que la damita ahora presume, ante quien gusta de escucharla, de ser una coatepecana que practica una política de altura, de primer nivel. Cuando por la inmensa mayoría de electores están ciertos que es todo lo contrario, ella siempre ha ido robaleando, a como la lleven las aguas.

Arely Guadalupe no tiene plataforma muchos menos ideología política, lo que a ella la distingue es la inestabilidad, la incongruencia y lo mediocridad partidista.

Sus paisanos no recuerdan algún hecho significativo que haya llevado a cabo la hija del próspero empresario constructor. Los vecinos del, todavía, Pueblo Mágico por supuesto que tienen memoria y en su retentiva no asoma nada realmente trascendental que haya realizado Bonilla Pérez por su municipio. Al contrario, se ha servido de los coatepecanos, los ha pisoteado y, con tanto brinco partidista, se ha burlado de ellos.

Sus cercanos aseguran que lo que impulsa vigorosamente a Guadalupe Bonilla Pérez, es saber que como ella existen por racimos, abundan, no tan solo en tierras veracruzanas, sino en todo el país.

Ese es su bálsamo. Eso la consuela.

Lo cierto es que, para los coatepecanos, Arely Guadalupe Bonilla Pérez, es la eterna aspirante a algo, a lo que sea y por el partido que exista.

Provecho.