El sector agroindustrial es clave en el desarrollo de cualquier país, no solo por el hecho de que garantiza la alimentación e ingresos económicos de sus habitantes, sino porque, además, su desempeño está directamente relacionado con los resultados que arroja la medición del Producto Interno Bruto (PIB) de los países.

En México, por ejemplo, dicho sector contribuyó con 286 millones de toneladas de alimentos, equivalentes al  8.5% del PIB en 2017, esto, en valor económico representó 854 mil millones de pesos; gracias a su capacidad de generar empleos –7.5 millones de personas, equivalentes a 15% de las plazas formales– y divisas, de acuerdo con datos de la entonces Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca (actualmente Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, SADER) y del Consejo Nacional Agropecuario (CNA). (SIAP, 2018)

Además, en 2017 el sector agroalimentario creció a una tasa promedio anual real de 2.4%, 0.4% por encima de la economía nacional.

Para 2018, las exportaciones del sector alcanzaron los 32,583 millones de dólares y, por cuarto año consecutivo, nuestro país tuvo, en ese momento, un superávit (ingresos superiores a los gastos) en la balanza comercial por más de 5 mil 800 millones de dólares, según cifras del CNA.

En 2017, México ocupaba, a nivel mundial, el primer lugar en exportación de aguacate, jitomate, chiles y pimientos, cerveza y tequila; el segundo en exportación de limón; el tercero en fresas y frambuesas; el quinto en carne de pollo y huevo; y el sexto en carne de res (datos del CNA).

Como podemos observar, los pasos que ha dado el sector agroindustrial en los últimos años han sido favorables. Pero ¿cuáles han sido los factores que han impulsado su crecimiento?

Por un lado, habría que destacar la adecuada inversión realizada por los gobiernos en infraestructura y tecnología, en las diferentes zonas agrícolas del país. La construcción de carreteras y ampliación o modernización de puertos, así como todos los instrumentos usados para el riego, la nutrición de cultivos, el cuidado sanitario de la ganadería y la calidad e innovación tecnológica han sido piezas clave para el crecimiento del sector.

México cuenta con más de 3,000 almacenes agrícolas, 1,143 centros de sacrificio animal, 90 puntos de venta de alimentos al mayoreo, 65 puertos pesqueros, 26,727kilómetros de vías férreas, 390,301 kilómetros de red carretera y 3,240 presas, de las cuales, 1,504 son presas de uso exclusivamente agrícola.

En cuanto a población, México tiene 124.1 millones de habitantes, de los cuales, 9.1 millones generan y transforman bienes del sector agropecuario y pesquero, somos la 10ma nación más poblada del mundo.

Nuestro país cuenta con 24.6 millones de hectáreas dedicadas a la agricultura, en las cuales, trabajan 5.9 millones de personas, también 109.8 millones de hectáreas dedicadas a la ganadería, donde 786,000 personas realizan esta actividad, en cuanto a la pesca, se cuenta con poco más de 11,000 kilómetros de litorales pesqueros, 125,000 hectáreas de acuacultura,  159,000 personas dedicadas a esta actividad y 76,000 embarcaciones, asimismo, se pescan 1.7 millones de toneladas y se crían en estanques 398,000 toneladas de peces para consumo humano. Como podemos observar, tenemos una gran infraestructura productiva y un mayor aún, capital en nuestra gente del campo.

La exportación de productos agroalimentarios mexicanos hacia mercados como Corea, China, los países árabes y la Unión Europea también ha beneficiado al sector agroindustrial nacional, permitiendo, al mismo tiempo, la diversificación de su mercado, convirtiéndose en un excelente negocio para el país, ya que ingresa divisas y crea empleos en las zonas de mayor producción.

Pero, aun con todo lo anterior, y a pesar del panorama favorable que presenta el sector, los retos todavía persisten, siendo necesario identificarlos para atenderlos adecuadamente:

  • Uso de agricultura de precisión y de tecnología más sofisticada para mejorar los procesos productivos;
  • Atención urgente e inmediata a los efectos del cambio climático, a fin de garantizar la seguridad alimentaria, la nutrición de la población y la producción;
  • El crecimiento de la población mundial, con cada vez menos disponibilidad de recursos, complica el abastecimiento de alimentos;
  • Las plagas, las enfermedades y los virus que podrían provocar pandemias aun mas severas que la que actualmente vivimos;
  • Las nuevas tendencias de consumo de alimentos, orientados a dietas orgánicas, altas en fibra, veganas y vegetarianas, etc.

Las soluciones a estos retos no son sencillas.

Las estrategias para combatir los problemas ambientales y garantizar la sostenibilidad de los productos requieren avanzar de la mano en diferentes niveles y en distintos temas.

Por lo demás, las cifras mostradas del sector agroalimentario nacional han llevado a México a posicionarse como una potencia de producción.

Sin embargo, es importante que las autoridades no dejen de lado la promoción, impulso y apoyo a la comercialización de productos como la cerveza, el tomate, el aguacate y las berries, los cuales se mantienen como los más exportados hacia otras naciones, esto, sin descuidar la producción y el consumo interno.

La industria agrícola mexicana tiene frente a sí un panorama muy alentador. Todo será cuestión de mantener la inversión, implementar tecnología de vanguardia y contar, a largo plazo, con un eje de políticas públicas para cuidar la sostenibilidad de la producción. Las tierras de nuestro país son, definitivamente, fecundas para todo eso. El verdadero reto es que las actuales autoridades lo entiendan de la misma manera.