Varios días antes de la marcha en recuerdo de los normalistas de Ayotzinapa, la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, y sus colaboradores se reunieron para diseñar la estrategia de seguridad en torno a la manifestación convocada por los padres de los estudiantes. El ritual, que había sido tradicionalmente violento desde las primeras protestas, tras aquel 26 de septiembre de 2014, esta vez fue inteligentemente contenido. Se dio seguimiento, con integrantes del gabinete de seguridad de la CDMX, a cada detalle de las manifestaciones y, junto con el secretario Omar García Harfuch, hicieron posible, una vez más, que las calles sirvieran de megáfono para la voz del pueblo. Sin represión, lo que pocas veces sucede.   |  Se detalla en “Frentes Políticos” de Excelsior.