Ahora sí, puro ripio ha quedado del tricolor. 

En los meses por venir hasta el que se decía, presumía, ser el más rojizo habrá de renegar haber sido priista. 

No eche en saco roto lo anterior. 

En estos momentos tenemos ejemplos tenemos de sobra. 

Los nombres de esos judas usted ya los conoce, para que gastar saliva. 

Aquí, en Veracruz, Marlon Eduardo le está metiendo el ultimo clavo al ataúd. 

Lo cierto es que el tricolor después de la madriza que le pegaron el pasado domingo, haber entregado, así. a lo vale madre, Hidalgo y Oaxaca, va en caída libre. 

Sobra resaltar que los mismos priistas son los autores materiales de tanta ruina partidista. 

En los meses por venir este negocio electoral habrá de transitar sin rumbo, trastabillando y dejando en la banqueta ese absoluto poder que llego acumular a lo largo de los 90 años que permaneció en el trono. 

De este, otrora glorioso, instituto político salieron varios de los políticos que ahora se jactan de ser chairos de corazón, esos que ahora con la iluminación, y bendición, del Mesías tabasqueño, ya están blancos como la nieve. 

Por favor, tanto cinismo asombra.  

Es admirable el valemadrismo con que se conducen estos cómplices, ex priistas, del dueño de «La Chingada”. 

En sus épocas de gloria el tricolor era gobierno, era poder absoluto. 

Tenía el control de todo y de todos los políticos de primer nivel, intervenía y poseía el dominio total de los grupos políticos y sindicatos en general.  

Todos estaban a la orden y servicio del ejecutivo federal en turno. Le rendían total pleitesía al presidente, era serviciales al pupilo de Los Pinos, hablando en pretérito.   

En pocas palabras servía con eficacia y orden al titular del Ejecutivo. 

Así de sencillo. 

Y, ahora, eso se acabó, al menos para el PRI, porque los pobres chairos están igual o peor de jodidos con tanto autoritarismo del nacido en Macuspana. 

Solapador de tanta corrupción, ahora vive las consecuencias, hoy en día no tiene pies ni cabeza, camina en la desesperación total. 

El domingo pasado es el mejor ejemplo de lo anterior. 

Con el estigma habrán de cargar todos esos delincuentes disfrazados de políticos, que se enriquecieron a costas de las siglas, todos esos que despojaron a las bases de tan grande amor a la camiseta. 

Los protagonistas de tan dolorosa ruina tienen nombre y apellido, pero todos, fiel a su estilo y su costumbre, desaparecen, se esconden y otros, adoptan la postura del avestruz, esconden la cabeza, pero enseñan los glúteos. 

Todos ellos viven como jeques, son millonarios, boyantes empresarios, ahora, como el dinero ya es suyo, manejan pulcramente sus negocios nada de dilapidar, todo es nitidez. 

Son tan vale madre que ni tan siquiera conocen la vergüenza, la mancilla. 

Su cinismo es admirable.  

Que escasa progenitora. 

Provecho.