La traición es lo suyo. La deslealtad lo distingue, la alevosía le acompaña de manera permanente y lo cínico le corre por las venas. Así es como identifican sus paisanos al junior ese, al tal Rodrigo García Escalante.

Sobra recordar el negro pasado del hijo de Ricardo, sí, el mismo personaje que llega con Fortunato Guzmán Rivera, a la sede estatal priísta con una mano adelante y la otra atrás, cargando un sucio y desgastado portafolio de vinyl que le habían regalado en un evento campesino organizado por la Liga de Comunidades Agrarias en su natal Pánuco.

Rodrigo aprendió bien esto de la traición, lo mismo se pone la casaca priista que la blanquiazul, la desaparecida de Alternativa Veracruzana, la verde ecologista o, como en este caso, la guinda. Eso sí, como la Aventura, sabe vender muy bien su amor. Fiel a la costumbre y al estilo de su padre, le saca provecho a las deslealtades, sabe venderse, conoce los drenajes de la política rastrera, negocio que muy buenos dividendos le ha dejado.

Ahora sin mayor empacho presume de lo que le debería dar vergüenza y utiliza de nuevo a los veracruzanos, argumentando que su voto a favor de Morena, en lo que refiere a la reciente reforma en materia electoral, fue pensando en la población veracruzana, versión que por supuesto nadie le cree.

García Escalante es un auténtico mercenario de la política, un sujeto el cual gracias a sus traumas y frustraciones, se vio envuelto en un alevoso crimen, junto con otros ninis, puro hijo de papi. En esos momentos su tablita salvadora, fue que su padre, Ricardo García Guzmán, hacía las veces de Contralor General del Estado, estando a los pies y a las órdenes del capitancito de meseros Alejandro Montano Guzmán, lo que le permitió que fuera enviado al extranjero y así, en complicidad con otros políticos del momento, evadiera la acción de la justicia.

Ahora con esta empinada que se dio ante los morenos júrelo que habrá de buscar otro cargo de elección popular, dejando tirada la actual responsabilidad legislativa.  Total, los morenos están aún tiernos, de una bocanada se los engulle.

Lo cierto es que el hijo de Ricardo podrá hablar de partidos políticos solo por encimita ya que él nunca ha militado de manera formal, no ha echado raíces, en ningún instituto político, lo que es una realidad es que el júnior ese, en cualquiera de las siglas en turno, donde transite no dejará de ser un advenedizo.

Así de sencillo.