De acuerdo a la administración federal que encabeza el tabasqueño, el principal objetivo de dicho instituto es “brindar servicios de salud gratuitos y de calidad a todas las personas que se encuentren en el país y no cuenten con seguridad social; bajo criterios de universalidad, igualdad e inclusión”.

Así o más dulce para la población. Nada más incierto que lo anterior. Pero eso no es todo, aún hay más. Para comenzar, el Insabi inició funciones sin periodo de transición, capacitación del personal y sin una debida planeación.

Por lo tanto, su puesta en operación ha generado severas críticas debido a las confusiones que prevalecen entre la población incorporada. Lo cierto es que los cobros que se han registrado en algunos servicios que antes eran gratuitos con el Seguro Popular, tiene bastante decepcionados a los beneficiarios.

Pero aun con todo lo anterior la casa es aventada por la ventana, y para el dueño de “La Chingada” la clase de servicios médicos que recibirán los enlistados es calificada de “universal”.

Por favor.

En esta generalidad por supuesto que van circunscritos todos los padecimientos incluso aquellos que generan gastos catastróficos.

Suena bonito verdad.

Pero ahora veamos lo que dice Carlos Urzúa, ex titular de Hacienda en esta 4T, esto es solo una probadita de lo que expresa el experimentado académico, político y economista mexicano, “el diseño del Insabi carece del debido sustento normativo, financiero y operativo”.

De entrada, como bien dice el ex servidor público, los derechohabientes no sabrán a qué hospital acudir ni cuál será el costo médico y ni siquiera si su póliza de Seguro Popular seguirá vigente.

De nueva cuenta la improvisación se hace presente en la administración del tabasqueño, ya que resulta injusto situar en apuros a la población al incorporarse a un nuevo sistema de salud improvisado, donde las reglas de operación no son claras, por lo que suena difícil entender que las garantías de universalidad y gratuidad son ciertas.

Por cierto, el actual titular del INSABI, Juan Antonio Ferrer, escasa experiencia tiene en estos menesteres de la salud.

Por varios años la dependencia que la mato el hambre fue el INAH.

Sí, allí fue donde se desempeñó como encargado de varias zonas arqueológicas del país, entre ellas las de Veracruz.

Como usted sabrá su principal ocupación fue conservar, proteger el patrimonio prehistórico, arqueológico, antropológico, histórico del país.

Puro valemadrismo.

DIP. MOSERRAT ORTEGA

 

La diputadita, con tal de llamar la atención, le tira a todo y a todos. Esta vez en tribuna se vistió de oveja y exigió que las autoridades realicen acciones inmediatas y concretas para que se solucione la falta de medicamentos oncológicos en los hospitales de la entidad veracruzana.

Cómo la ve. Ahora resulta que la dama muestra ocupación por este sector tan desprotegido. Ahora se rasga las vestiduras por estas familias. Pero qué tal cuando el titiritero que manejaba a su marido gobernaba la entidad, allí ni abría la boca.

Calladita, esperando órdenes nada más.Tiene razón cuando dice que esta situación ya no puede ser tolerada, como tampoco es tolerable la desfachatez con que se sirvió su marido en los tiempos del yunismo.

En dos años el hijo de Chuy salió de pobre. En escasos 24 meses su vida dio un vuelco de 180 grados. Ya nada de comer bolillos duros atascados de retazos de jamón reblandecidos con chiles en vinagre. Atrás quedaron esos tiempos de penurias, de escaseces.

Ahora puros lujos, abundancias, excesos, actualmente todo es bonanza para ellos.

Por eso nadie le cree, eso de salir en defensa de los que menos tienen.

A Monserrat como al Pepe ya todo mundo los conoce, ya saben quiénes son solo falta que ellos lo digan. Así de sencillo.

 

LOS SACERDOTES

 

¡Vaya cinismo, qué escasa progenitora! Como en todas las partes del mundo la Iglesia Católica esconde sus porquerías. En Francia, se dio el más reciente ejemplo.

Lo externado por un ex sacerdote francés, juzgado en aquel país por pederastia, dejó con el ojo cuadrado a millones de gente.

El ex prelado descaradamente reconoció que, durante años, cerca de veinte, abusó de “cuatro a cinco niños” cada semana. Qué poca.

En aquellos tiempos los infantes disfrutaban de una edad entre 7 y 15 años.

Lo curioso es que, durante todo ese tiempo, el padre Bernard Preynat gozaba de la admiración de los padres de la diócesis, mismos que sin mayor temor le confiaban sus retoños que asistían a las excursiones dentro y fuera de aquel país.

Como siempre, un espinoso escándalo que fue ocultado por la Iglesia.