El INE, bajo la dirección de Guadalupe Taddei, parece decidido a convertir un proceso tan crucial como la elección judicial en un desfile de chalecos rosas. Con una ampliación presupuestal de más de 9 mdp, justificada en la seguridad y “mejor identificación” de capacitadores, el órgano electoral vuelve a privilegiar lo estético sobre lo sustancial. Mientras urgen ajustes de última hora para un proceso electoral clave en 2025, los recursos van más a la imagen que a garantizar confianza y transparencia. ¿Qué sigue, gorras conmemorativas? Si el INE quiere evitar el desastre, necesita priorizar eficacia sobre espectáculo. | Se detalla en “Frentes Políticos” de Excelsior.