En Chiapas no hay a la vista un problema electoral. La oposición prácticamente no ha hecho campaña y el oficialismo no tendrá, según los sondeos, rivales que pongan en peligro su triunfo.

De hecho, la elección como proceso está fuera del radar de la población mayoritaria que está preocupada por otras cosas más apremiantes.

El problema central es la fragilidad del gobierno del estado, que se difumina, y la presencia de demasiados grupos armados que se mueven con impunidad total, imponiendo condiciones a las comunidades desprotegidas.

El estado es un polvorín, avanza al borde del precipicio. Un jefe zapatista habló hace poco de una eventual guerra civil. En Chiapas la democracia está varada en un retén de encapuchados. | Se lee en Pepe Grillo de La Crónica.