Los linchamientos no son un acto de justicia, sino de venganza. En muchas ocasiones las víctimas ni siquiera estaban vinculadas al ilícito que les achacan.

El linchamiento es un destello total de la ausencia del Estado, de su capitulación, del reconocimiento de que las autoridades no pueden con el paquete.

Los linchadores no pueden salirse con la suya. En el caso de Taxco circulan cientos de imágenes de la barbarie. Si hay voluntad política pueden ser identificados, detenidos y presentados ante un juez.

En los últimos siete años se han perpetrado cerca de dos mil linchamientos en diferentes puntos del país, lo que muestra que se trata de un mal que se extiende. El hartazgo crea una comunidad de verdugos.

El andamiaje institucional en Taxco se hizo añicos. Se rompió el contrato social que se fundamenta en la sentencia: te obedezco a cambio de que me protejas. No hay protección no hay obediencia. El caos se expande sembrando una semilla de odio en el corazón de la sociedad. | Se destaca en “Pepe Grillo” de La Crónica.