La jerarquía católica se equivoca. Lo que se necesita respecto a los jefes de las bandas criminales no es una negociación, es un exorcismo. Son demonios que andan sueltos y que, a juzgar por el dolor que infringen a las comunidades, están triunfando.

Son personajes malignos que operan en las sombras. No se crea que se trata de una batalla perdida. La sociedad tiene una oportunidad de ganar porque el poder de esos demonios llega hasta que se les aplica la ley.

La ley es el agua bendita que les quema la piel. Lo difícil es encontrar una autoridad que se tenga el valor de aplicar la ley. Aunque muchos de ellos al momento de asumir sus cargos juraron cumplir y hacer cumplir la ley, la verdad es que no le entran. Hay uno que incluso quiere darles abrazos a los malandros.

El obispo de Cuernavaca, Ramón Castro, dijo que sus colegas obispos buscan negociar con los criminales porque están desesperados y la inseguridad está fuera de control en el país. Las palabras de Castro pesan porque tiene mando en la Conferencia del Episcopado Mexicano.

Cumplir y hacer cumplir la ley es el camino corto para exorcizar a los demonios. | Se destaca en “Pepe Grillo” de La Crónica.