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La Monja II ha vuelto a llevar al terror y la saga El conjuro a lo más alto de la taquilla, y con datos que la sitúan como el mejor estreno del género de todo 2023 por encima de Insidious: La puerta roja o Scream VI. En Estados Unidos ha debutado con 32,6 millones de dólares, mientras que a nivel global su total asciende hasta los 85,3 millones. Valorando que su coste se estima en 38,5 millones -sin contar gastos en promoción y distribución- esta continuación del universo de terror basado en los casos paranormales investigados por Ed y Lorraine Warren tendría más que asegurado el éxito y la rentabilidad. Sin embargo, pensando en el futuro a largo plazo de la franquicia, estas cifras también ocultan un matiz preocupante.

Solo hay que comparar el estreno de La Monja II con los datos del debut de su predecesora, que en 2018 logró convertirse en la cinta más prolífera de El conjuro. Concretamente, La monja abrió con 53,8 millones en la taquilla norteamericana y cerró su carrera comercial con 117,4 millones en Estados Unidos y 365,5 en todo el mundo, cifras de vértigo para una cinta de terror de bajo presupuesto que esta secuela parece que va a estar lejos de alcanzar y que la deja en desventaja respecto a otros spin-offs de la saga.

Por ejemplo, Annabelle 2: La creación, la primera secuela del spin-off de la escalofriante muñeca de los Warren, tan solo descendió un 6% en su debut respecto a la anterior entrega estrenada en 2014, un mantenimiento que hizo ver que el interés por el personaje se mantuvo. De hecho, la cinta cerró su carrera comercial con cifras superiores a las de su predecesora, consiguiendo 102 millones en Estados Unidos y 306,5 millones a nivel global frente a los 84,2 y 257,5 del título previo.

Y creo que la razón de este éxito fue obvia, porque, aunque la primera Annabelle fuera una de las cintas peor valoradas de El conjuro, con su secuela supieron ponerse las pilas y aprovechar el éxito para ofrecer una cinta a la altura. Mientras que el título de 2014 solo alcanzó 28% y 35% de críticas positivas en Rotten Tomatoes por parte de crítica y público, Annabelle 2: La creación llegó a tener una aceptación del 70% y 68%, un éxito que también se repitió con su tercera entrega y que, pese al desgaste, la ayudó a seguir consiguiendo cifras por encima de los 231 millones de dólares. Sin embargo, en el caso de La monja ha ocurrido justo lo contrario.

Al igual que Annabelle, La monja fue otra de las películas que más decepción despertó del universo de los Warren, obteniendo incluso peores calificaciones en Rotten Tomatoes con solo un 24% y 35% de medios especializados y reseñas de espectadores. No obstante, en lugar de sacar partido del potencial que demostró el personaje, de hacer ahora una película a la altura que nos hiciera olvidar la decepción de su predecesora, han optado por seguir su mismo camino: el de aprovechar el renombre de la franquicia para atraer a los espectadores a las salas sin trabajarse nada.

Y es que La Monja II es una película igual o incluso peor que su predecesora. Languidece de falta de escenas de terror y tensión, de un desarrollo rutinario sin ninguna secuencia memorable, de perderse en dos líneas narrativas sin mucho que aportar y ni siquiera luce a su demonio protagonista, cuya presencia en pantalla es muy limitada. La anterior al menos contaba con una ambientación de lujo y era fácil sobresaltarse en algún jumpscare, pero en esta ni eso. Y no es solo mi opinión, porque las críticas han vuelto a estar en su contra y su porcentaje de aceptación ha vuelto a situarse en un negativo 46% en Rotten Tomatoes.

Obviamente, el público no hace oídos sordos, y viendo la situación y valorando el mal regusto de la película de 2018, la respuesta a La Monja II ha sido mucho menos efusiva que la del primer spin-off, que llegó después de la sorpresa mayúscula que dio el personaje en la sobresaliente El conjuro 2 de James Wan.

Como decía, sus cifras siguen siendo excelentes para una cinta de terror de bajo presupuesto, pero esta caída, sumado a las malas sensaciones que ha vuelto a dejar la película (en encuestas a espectadores como Cinemascore solo ha obtenido una floja calificación de C+), puede traducirse en que el desinterés podría ir creciendo y afecte de manera más negativa a próximas películas. Y no solo de La Monja, sino de toda la saga El conjuro, que ahora sin James Wan en la dirección y con esta necesidad de alargarla más y más sin ni siquiera tener ideas frescas, su futuro parece adentrarse en un punto crítico.