No estaría mal, nos hacen ver, que las cúpulas de Morena se tomaran su tiempo para analizar con toda calma la debacle que sufrió en los comicios de Coahuila. Y es que no fue sólo el hecho de perder la elección de gobernador, sino la forma en la que perdió. Hacía mucho tiempo que no se veía una ventaja de más de 30 puntos entre el primero y el segundo lugar, como fue el caso. No había ocurrido algo así durante la etapa que se conoce como la transición a la democracia. Más allá de que la alianza PRI-PAN-PRD eligió un buen candidato, las disputas internas del guinda contribuyeron a que Manolo Jiménez empujara a los partidos que lo apoyaron hacia el carro completo. El partido hegemónico a nivel nacional no fue capaz de procesar la ruptura con uno de sus aliados. Y cuando quiso ponerle pegamento, ya era demasiado tarde. ¿Aprenderán la lección? Veremos.   |  Se lee en “Rozones” de La Razón.