Corridos tumbados...
Entre la delgada línea de la expresión artística y la apología del delito

* El fondo del debate radica en una pregunta crucial: ¿hasta qué punto el arte y la cultura deben ser responsables de los delitos que se cometen en la sociedad?
LA CRÓNICA DE HOY/Fernando Huacuz
Ciudad de México, 29 de mayo de 2025.- En los últimos años, los corridos tumbados se han posicionado como un fenómeno musical dominante en México y otras regiones de habla hispana. Esta variante moderna del corrido tradicional mezcla sonidos urbanos con letras crudas que, en muchos casos, narran historias ligadas al narcotráfico, el poder, la violencia y la vida en los márgenes de la ley.
En contraste, Ernesto Villanueva, doctor en Derecho y especialista en libertad de expresión por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, ha señalado: que “Criminalizar canciones o discursos que retratan una realidad delictiva sin que exista una incitación clara es una forma de censura previa. El arte puede ser provocador sin ser criminal”.
Por su parte, Ana Cristina Ruelas, directora regional de Artículo 19, ha advertido que: “La apología del delito es una figura ambigua que ha sido usada de forma discrecional por autoridades locales para censurar expresiones incómodas, especialmente en contextos de protesta o crítica social”.
De acuerdo con el Artículo 208 del Código Penal Federal toda persona que provoque públicamente a cometer un delito o haga la apología de este o de algún vicio, podrá ser castigado con penas que van de uno a tres años de prisión y hasta cincuenta días de multa por apología del delito, siempre y cuando el delito promovido no se ejecute. Por otro lado, si el delito que se apoya se comete, la pena se podrá incrementar, y el acusado o los acusados podrían ser sancionados con la misma pena que corresponda a su participación en el delito.
Hasta ahora, no existen muchas sentencias firmes por apología del delito relacionadas con músicos o artistas, aunque sí ha habido procesos abiertos y denuncias públicas, especialmente contra exponentes de los llamados narcocorridos. Rememorando algunos otros casos muy sonados se encuentran:
- Gerardo Ortiz con Su videoclip “Fuiste mía” fue retirado de plataformas por presuntamente hacer apología del feminicidio, aunque no se judicializó como apología del delito.
- El grupo Los Tigres del Norte fue multado y vetado temporalmente en Chihuahua (2011) por interpretar narcocorridos, aunque no enfrentaron cargos penales.
- Café Tacuba con su canción “La ingrata” causaron controversia, ya que en la última parte de la canción se podía leer: “Por eso ahora tendré que obsequiarte /Un par de balazos /Pa’ que te duela / Y aunque estoy triste por ya no tenerte/ Voy a estar contigo en tu funeral”, hecho que desató el debate, dado que esta estrofa podría estar incitando al feminicidio.
El caso de la apología del delito sigue siendo motivo de debate en México. Por un lado, organizaciones como Artículo 19 y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) han advertido que una aplicación amplia de esta figura podría vulnerar derechos fundamentales. Por otro, sectores conservadores y autoridades locales han buscado limitar contenidos que consideran nocivos para el tejido social.
El fondo del debate radica en una pregunta crucial: ¿hasta qué punto el arte y la cultura deben ser responsables de los delitos que se cometen en la sociedad? La respuesta jurídica y ética aún está sobre la mesa.