Layda Sansores lo logró. Campeche, otrora bastión de tranquilidad, ahora enfrenta un panorama donde la percepción de inseguridad no deja de crecer. Desde que asumió la gubernatura, el índice pasó de 53.2% a 63.1%, con el consumo de alcohol, drogas y los robos a la vista de todos. El Inegi confirma lo que los ciudadanos sienten, existe más miedo en cajeros, bancos y carreteras. Mientras tanto, Sansores insiste en que Campeche sigue siendo seguro. La brecha entre la realidad y sus palabras se ensancha, y los campechanos pagan el costo de un gobierno preocupado más por el show que por corregir la realidad. Comenta «Frentes Políticos» de Excélsior
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