¿Quién diría que ayudar a una institución pública podría ser tan redituable? La Fundación ISSSTE, señalada por Martí Batres, director del instituto, logró, en poco tiempo, convertir la buena voluntad en ganancia personal, alquilando lo que nunca pagó y recibiendo fondos que jamás justificó. Norma Patricia Valencia, directora de la fundación, alega inocencia y pretende minimizar las acusaciones. La señora y su supuesta bonhomía, en lugar de dar, quitan. Estos filántropos rentaron espacios ajenos como propios y recibieron recursos públicos que desaparecieron misteriosamente. Se les acabó. El ISSSTE recuperará su acreditado nombre. | Se detalla en “Frentes Políticos” de Excelsior.
Generosidad rentable
