En un mundo cada vez más interconectado, los desafíos económicos globales y la creciente desigualdad continúan siendo obstáculos significativos para la paz y el desarrollo. Las crisis económicas recientes no solo han intensificado las disparidades dentro de cada país, sino también entre ellos. Creando la necesidad urgente de políticas económicas que promuevan la inclusión y la estabilidad a nivel mundial.
Crisis económicas: desigualdad y recesión global
Las crisis económicas globales son otro reto significativo que afecta tanto a economías desarrolladas como en desarrollo. La crisis financiera de 2008, conocida como la Gran Recesión, causada por una combinación de factores como la crisis inmobiliaria en Estados Unidos y el colapso de las instituciones financieras, fue un claro ejemplo de cómo las interconexiones globales pueden desencadenar efectos dominó en diferentes regiones. En la actualidad, el Fondo Monetario Internacional (FMI) proyecta un crecimiento económico global más lento para las economías en desarrollo debido a la inflación, el aumento de tasas de interés y la guerra en Ucrania, que ha exacerbado los precios de la energía y la inseguridad alimentaria (FMI, 2024).
Según el Banco Mundial, la pandemia de COVID-19 llevó a más de 100 millones de personas a la pobreza extrema, reviviendo la preocupación sobre la desigualdad económica global. A medida que las economías luchan por recuperarse, las disparidades económicas continúan creciendo, siendo necesario establecer una estrategia para acelerar la inversión privada y promover el uso más eficiente del capital, los recursos humanos y la energía. En 2021, más de 700 millones de personas vivían por debajo del umbral de pobreza extrema, lo que equivale al 9,2% de la población mundial (Banco Mundial, 2021). Las políticas económicas de austeridad adoptadas por muchos gobiernos para enfrentar las crisis económicas han tendido a profundizar las desigualdades, afectando particularmente a los más vulnerables.
Desigualdad global: Un obstáculo para la paz y el desarrollo
La desigualdad económica, social y política sigue siendo uno de los mayores retos a nivel global. A pesar de los avances en el desarrollo económico, tecnológico y en bienestar social, entre otros, la brecha entre ricos y pobres en todo el mundo, ha aumentado en las últimas décadas. En 1990, el 60% de la población mundial vivía en países de ingresos bajos o medios, mientras que, en 2021, la cifra había aumentado al 70% (Banco Mundial, 2021). Este fenómeno se ha intensificado debido a la falta de acceso a servicios esenciales como salud, educación y empleo.
Mientras que naciones como Estados Unidos, Alemania y Japón disfrutan de altos niveles de vida, otros países, especialmente en África y Asia, siguen enfrentando altos índices de pobreza y desigualdad. Según la ONU, el 10% más rico de la población mundial recibe más del 50% de los ingresos globales, mientras que el 10% más pobre solo obtiene el 2% (ONU, 2022). Estas disparidades no solo generan tensión social, sino que también afectan la estabilidad política y el desarrollo económico.
Finalmente, es fundamental implementar políticas que promuevan la recuperación económica inclusiva y reduzcan las disparidades, garantizando un desarrollo sostenible y una mayor estabilidad social a nivel mundial.