Cuando los reporteros en un programa de RTV le preguntaron al Gobernador de Veracruz si se sentía decepcionado de algún colaborador o excolaborador de su administración, él respondió con un rotundo «NO». Eso, tal vez, sea su pecado, y en ello llevará la penitencia.
¿Por qué? Es simple: la lista de hombres y mujeres que entraron a este gobierno sin un peso en la bolsa y hoy son millonarios es larga e interminable. Personas que vieron en el gobierno una oportunidad para salir de la pobreza. En la SEV, la Secretaría de Salud y la SEGOB abundan.
Sin embargo, al menos por salud mental, o para demostrar que no le dio cuerda ni poder al inefable «Bola 8», hubiera mencionado su nombre. Hasta la fecha, parece que algo le debe o tiene muchos secretos sobre él, como para no aceptar en público que Eric Cisneros Burgos, ese sujeto, le falló, lo traicionó y le jugó las contras a Morena y a la Gobernadora electa.
Este rufián se atrevió a desafiarlo, y Cuitláhuac García Jiménez nunca tuvo el carácter para enfrentarlo y despedirlo. Incluso el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, mandó tres duros mensajes pidiendo que el extitular de la Secretaría de Gobernación fuera destituido, pero el mandatario estatal hizo caso omiso y lo mantuvo al frente de esa importante dependencia.
Hoy, por eso, su futuro en la administración pública federal es incierto, pues las principales dependencias ya tienen nombramientos de titulares. No logró quedarse al frente de la Secretaría de Energía, Pemex o CFE, y si le otorgan algún puesto, seguramente no será acorde con su nivel.
Solo queda esperar unos días para ver a dónde lo colocan o si le dan un premio de consolación en el ámbito diplomático. Insistimos, en su pecado llevará la penitencia. Ni hablar, pero como canta José José en uno de sus grandes éxitos: «lo que un día fue, no será».