Muy lamentable, nos dicen, que el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha, insista en presentar a la entidad como un mundo feliz, pues la crisis de violencia que inició el pasado 9 de septiembre está lejos de terminar. Tras una detonación, que causó pánico por muy controlada que haya estado, Rocha llamó a “no dejar que el miedo nos gane”. El mandatario minimizó el hallazgo de dos artefactos explosivos que, aunque son de fabricación casera, su estallido no controlado pudo haber generado daño, a juzgar por el estruendo que provocaron. Y para colmo, poco después de que terminó su conferencia semanal, fue asesinado el conocido empresario Jorge Peraza Bernal, dueño de La Chuparrosa Enamorada, uno de los restaurantes más conocidos de Culiacán. Rocha ha pedido a la población: “Salgan a la calle, manden a sus hijos a las escuelas”, y llamó a realizar todas las actividades con normalidad. Pero las ejecuciones cotidianas y ahora los estallidos, no pueden ser algo normal, piensan muchos. | Se lee en “Rozones” de La Razón.