La violencia se desborda y las miradas se dirigen hacia el único responsable, el gobernador Rutilio Escandón. La sociedad clama por acciones contundentes, pero se encuentra con una complacencia que hiere tanto como la violencia que pretende combatir. El silencio de Escandón es tan ensordecedor como los ecos de los disparos que resuenan en las calles. ¿Qué se necesita para que la voluntad política se traduzca en seguridad real? La impunidad camina de la mano con la indiferencia. Con un territorio entregado a los criminales y comunidades sometidas, Chiapas es otro estado fallido. Uno más. | Se detalla en “Frentes Políticos” de Excelsior.