MARCA Claro
Jude Bellingham puso la rúbrica a LaLiga del Real Madrid, a falta de la certificación matemática, tras marcar en el último minuto el gol que decidió El Clásico. El Bernabéu fue un volcán blanco que vivió una noche memorable, otra más, en una semana perfecta, derrotando al Barcelona, que queda a 11 puntos pese a ponerse por delante dos veces. Lucas Vázquez, lateral y protagonista de los tres goles, encarna mejor que nadie el espíritu indomable del futuro campeón de Liga. Así gana el Madrid.
Puede que la Batalla de Mánchester pasara factura a los músculos de varios de sus futbolistas, motivo para que Ancelotti cambiara al 75% de la defensa que brilló en Champions. El caso es que el Madrid salió con dos interiores como laterales y sufrió por los extremos en un primer tiempo de color azulgrana. Fue, sobre todo, frágil para defender los balones cerrados que sirvió Raphinha desde el córner derecho. La presión alta del Barça provocó el error en la descarga de Vinicius, corrigió Kroos y en el lanzamiento desde la esquina, Christensen remató en el segundo palo a la red. Falló Andrei Lunin, que midió fatal la salida, como si hubiese dejado en el Etihad toda su autoridad aérea. Cada saque de esquina, especialmente de Raphinha, fue un tormento para el ucraniano y la zaga blanca, con el Bayern a las puertas. Urge corregir el asunto en los entrenamientos.
Respondió el Madrid al gol tempranero con verticalidad y ambición. Con Vinicius liberado de la banda, el ataque blanco se escoró por la derecha. No sólo por Rodrygo, fino en el juego corto, sino por Lucas, multiplicado en ataque. Por allí llegó una buena opción de Vinicius tras peinar Modric un pase diagonal. Se le fue arriba. Y por allí aprovechó el lateral gallego la debilidad de Cancelo, que no cerró con solvencia, para encarar a Cubarsí. Recortó al central que se comió la maniobra y dejó la pierna atrás para que Vázquez buscara el contacto. Penalti de pícaro que asumió Vinicius y convirtió con eficacia, por su derecha.
Curioso, pero cada gol animó al oponente a sacar lo mejor de sí. El Barça reaccionó al empate imponiéndose con la pelota. Buen ejercicio colectivo, con la defensa alta, del equipo de Xavi, aunque el factor diferente era Lamine Yamal. Ovacionado en el mismo escenario con la selección, el extremo azulgrana fue una pesadilla en cada incursión por derecha con su arrancada incontenible. El partido confirmó que el duelo con Camavinga tenía color culé. El francés, de hecho, vio una amarilla que la hinchada culé reclamó como roja, cuando enfilaba portería y acudía Valverde a corregir.
Lamine Yamal es el futuro del Barça y en el presente pudo decantar el Clásico al puntear otro córner y sacar Lunin, más dentro que fuera. Tres minutos estuvo el VAR tirando líneas, paralelas, arcos e hipotenusas para concluir que no había prueba fehaciente de que el balón entró completamente. La tecnología de gol fallará, pero es mejor solución que depender del tiro de cámara.