Luis Orozco dio un paso al lado para permitir el regreso de Samuel García a la oficina del gobernador de Nuevo León.

Orozco tenía argumentos sólidos para conservar el mando pero, sin decir agua va, resolvió renunciar.

Dicen allá que se trató de una decisión de las dirigencias de PAN y PRI a nivel nacional que prefieren a Samuel en la gubernatura y no en la campaña presidencial. Por eso les torcieron la mano a sus fracciones en el Congreso local.

El gobierno de cualquier estado y más uno como Nuevo León está expuesto a múltiples riesgos, comenzando por el de la inseguridad y la violencia. Se puede apostar a que dentro de seis meses Samuel estará agobiado, tratando de sacar las castañas del fuego, en lugar de andar cotorreando con Mariana y las calcas matonas.

Su aventura deja lecciones que todos los partidos deben aprender, la primera es que todavía pueden pasar muchas cosas. | Se lee en Pepe Grillo de La Crónica.