Terrible experiencia, la que vivió el domingo pasado el arzobispo de Durango, Faustino Armendáriz, quien sufrió un atentado tras oficiar misa en la Catedral ubicada en la capital de ese estado. Un hombre se le aproximó por la espalda con un cuchillo en la mano para, en apariencia, tratar de clavárselo en el hígado. Gracias a la reacción de Armendáriz Jiménez, el arma no penetró en su cuerpo y pudo salir ileso. El agresor resultó ser un adulto mayor que, de acuerdo con la revisión de las cámaras del recinto, había estado buscando la oportunidad de acercársele. Tras los hechos el arzobispo aceptó la seguridad que le ofreció la autoridad porque, dijo, “la vida te cambia”. Además, tras lamentar la descomposición social en México, señaló que espera que las investigaciones determinen si el atacante padece de sus facultades mentales o si hubo “algo o alguien” que lo motivara actuar como lo hizo. Uf.   |  Se lee en “Rozones” de La Razón.