Hay que partir del hecho de que la crisis del fentanilo está en el centro de la contienda electoral en Estados Unidos. Demócratas y republicanos tratan a toda costa de colgarse una medalla.

Poco o nada hacen con respecto a su propia industria farmacéutica, sus adictos o sus traficantes locales. Ven hacia afuera. Ya tienen en la mira a China y México.

La DEA eligió, por su relevancia mediática, a los Chapitos. Son los villanos ideales. Ya hasta le pusieron precio a la cabeza de Iván Archivaldo. Los hijos del Chapo resintieron la presión y se juntaron para enviar una carta a la opinión pública para tratar de bajarle tres rayitas al asedio.

Dicen que no están en el negocio del fentanilo, que ni siquiera son los jefes del Cartel de Sinaloa y que son víctimas de su propia fama. Lo curioso es que ellos mismos promovieron esa celebridad con sus autos, fiestas y crueles excesos.

Va un ejemplo. No se olvida la tarde en que los Chapitos amagaron con matar a los familiares de los soldados que atraparon a Ovidio. Su amenaza dobló al gobierno y los soldados dejaron ir al Ratón. Fue un alarde de soberbia. Ahora pasan de la altanería a la humildad.   |  Se destaca en “Pepe Grillo” de La Crónica.