• Siempre dejan en el cliente muchas ganas de volver

 

  • Doña Cande, 20 años dar gusto a los paladares

Áser Oropeza Lara

Alto Lucero, Ver., 17 de enero del 2023.- El humo que sale del pasillo de la casa de Candelaria Jiménez es la señal para que los vecinos den cuenta que las tortillas a mano y las enchiladas, ya están listas.

De pelo corto, sonrisa alegre y con la amabilidad como seña particular, comienza echando al comal el tomate rojo y los chiles para darle el sabor exacto a la salsa de las peculiares enchiladas, las alteñas, las “de rollo”, que siempre dejan en el cliente muchas ganas de volver.


Alto Lucero está a casi 39 kilómetros de Xalapa, alrededor de una hora o poco más de camino dependiendo de las condiciones del tiempo y lo temerario del conductor para subir por las curvas, hasta llegar a su cabecera municipal.

Ahí, a pocos metros del mirador que da una vista espectacular de las últimas montañas antes de llegar al mar, tiene su casa “Cande”, como le dicen sus nuevos y viejos amigos, donde atiende a todos los que gustan de su sazón y el sabor exquisito de la salsa roja que prepara.


El San Judas Tadeo que tiene tatuado en el brazo izquierdo le ayuda a amasar, colocar la porción en la prensa tortilladora y con la diestra dejar caer la incipiente enchilada, que aún no tiene sabor, solo una forma circular, y que acabará en el paladar del comelón.

 

Muy orgullosa reconoce que muchas personas hacen las enchiladas, pero cada quien tiene su sazón y como el de ella no hay uno igual.

“Mis enchiladas muy buenas me dicen, que muy ricas, que por eso vuelven”, afirma sin titubear y con gestos de satisfacción por repetir las palabras de quienes las han probado.


Nacida un Día de la Candelaria hace 54 años y con más de 20 dedicándose a la venta de comida, ha sido testigo de los cambios de pueblo natal.

Los jóvenes no tienen muchas oportunidades laborales en su ciudad, lo que dice con pesar. Han tenido que salir de su pueblo, dejar sus familias, abandonar a sus padres y madres en busca de una vida mejor y mejores ingresos. Los que no obtendrían de quedarse en su terruño.

“No hay mucho trabajo en Alto Lucero por eso la gente se ha está yendo al otro lado, a Canadá, por eso la gente corre de Alto Lucero”, relata.

Habla sin pena ante la grabadora, ante las cámaras, Cande ha estado en programas de revista locales y tiene facilidad para contar su historia. Desde muy pequeña comenzó a ayudar a su madre, para después laborar en una molienda y luego regresar al trabajo en casa en la preparación de tortillas, enchiladas, longaniza, bistec, huevos al gusto y demás delicias que salen de la mezcla de la leña, el fuego, el humo, su toque de sabor y su pasión por ver la cara de los clientes en la primera mordida.

 

Una de las características de las enchiladas de Alto Lucero es que son “en rollo”; o sea, una encima de la otra. Una vez cocida la tortilla y todavía caliente, se coloca sobre el plato y encima le vierten la salsa, la otra repite la operación encima de la primera y así sucesivamente.

 

Esta torre de sabor se acomodaba de esta forma para un fácil traslado de la casa al campo, pues era el desayuno y la comida de la gente trabajadora que iba a las fincas a revisar su cosecha o comenzar la época de siembra. Lo que ahora solo quedó en tradición, pues pocos son los que se dedican a la siembra.

Para quienes vayan a Alto Lucero pueden llamarle o escribirle al 2791058295 o visitar su página de Facebook donde aparece como “Candelaria Jimenes”, ya que se adaptó a las necesidades de la tecnología y siempre tiene a la mano su teléfono.

Cande ya tiene en su nuera a su guardiana del legado que espera dejar, pero antes quiere ver crecer a sus nietos y disfrutar más de su comida, de su ciudad y de su gente, con la nostalgia que “el Alto” da desde los cerros más elevados, desde donde se puede ver por un lado el mar y por otro el Pico de Orizaba y el Cofre de Perote. Un lugar privilegiado para comer, cantar, tocar la jarana, el arpa, zapatear y hasta volar en parapente.