César Cravioto tiene tacto de diplomático experimentado. Qué raro que, a él, con tan finos modales, no le hayan ofrecido una embajada, o tal vez sí se la ofrecieron, pero la rechazó porque está aguardando, planeando como buitre, a que se registren cambios en la jefatura del Senado.

Ayer César se lució en la sesión en la que se aprobó el nombramiento de Carlos Miguel Aysa González como embajador en República Dominicana. Votó a su favor, pero, al mismo tiempo, lo llenó de lodo al decir que su nombramiento obedece a que el ex gobernador de Campeche, del PRI, “se portó bien” con la 4T.

Germán Martínez, también senador, dijo que Cravioto buscar convertir al servicio exterior mexicano en una casa de citas para pagar favores políticos. Una descripción áspera pero certera.

En realidad, la idea no es de Cravioto sino de su jefe político. Él se limita a establecer la tarifa.   |  Se destaca en “Pepe Grillo” de La Crónica.