La lucha del Estado mexicano contra de las empresas fabricantes de armas de Estados Unidos que se han convertido, en los hechos, en abastecedores de las bandas del crimen organizado en México y en otros países del continente, no permite errores.

Se trata, lo saben todos, de empresas que poseen poder político y recursos financieros inagotables. Un adversario formidable que será muy complicado vencer.

Por eso extraña la información de que algunas de esas empresas participan libremente en licitaciones para venderle armas al Ejército mexicano.

¿Por un lado les exigimos compensación por su negligencia criminal y por el otro les entregamos contratos millonarios?

No tiene ninguna lógica. Cualquier operación de compra-venta de armas con alguna de esas empresas tiene que detenerse por lo menos hasta que concluya el juicio para no mostrar flancos vulnerables.