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Sebastián Yatra cumplió su sueño de cantar en los Óscar, pero no pudo evitar los nervios inherentes a una actuación de este gramaje. Fue evidente desde el principio. El colombiano cantó Dos Oruguitas, el tema de Encanto, película que finalmente se llevó el galardón como mejor cinta animada. En su entonación, Yatra no pudo contener la emoción y tembló mientras sostenía el micrófono. Además sus ojos se mostraron llorosos para sorpresa de los millones de espectadores. Al final, esos detalles dotados de épica le valieron el reconocimiento del público latino.

Dos Oruguitas fue el sello que Yatra imprimió a Encanto, una historia que se robó el corazón de toda Latinoamérica. El impacto de la canción fue tal que recibió la nominación en su categoría. Desde la víspera de los premios, Yatra era transparente respecto a su sentir. “Es enorme, súper bonito para nuestra cultura, porque es además una canción que se volvió un fenómeno de las redes sociales y de la radio y todo”, dijo el viernes a AP.

En redes sociales, la interpretación del colombiano ha conmocionado particularmente a la comunidad latina. Los ojos llorosos de Yatra no pasaron desapercibidos para nadie. Cada instante de su presentación estuvo aderezado por la emotividad propia de un tema que cautivó a todos los fanáticos de Encanto. Desde luego, en Colombia la pasión de Yatra removió las entrañas de sus paisanos para generar el efecto sentimental que la canción tiene como impronta.

Yatra puede constatar que la espera valió la pena. Fueron 17 años para que un tema en español pudiera volver a la discusión en los Premios de la Academia. Desde Jorge Drexler con Diarios de Motocicleta, en 2005, no hubo latino en esta nominación. La ansiedad de Sebastián habló por sí sola. Ni toda la experiencia ni todos los galardones son capaces de igualar el magnetismo de los Óscar.

Sus manos temblorosas y las lágrimas a punto de desbordarse y bajar por el micrófono son el síntoma perfecto. La de hoy es una noche de graduación para Yatra. Llevó sus emociones al límite para evidenciar que en las grandes citas es imposible resistirse a las pasiones que anidan en el espíritu humano. Esa es la lección de Sebastián Yatra.