En San Miguel Xochitecatitla, Tlaxcala, un hombre fue linchado y quemado vivo por presuntamente intentar raptar a una niña. La turba lo golpeó, bloqueó las salidas del pueblo y ejecutó una sentencia brutal. Ni la gobernadora Lorena Cuéllar ni la Secretaría de Seguridad estatal, encabezada por Alberto Perea, impidieron el acto. Vaya, ni lo intentaron. “Rápidamente la población se unió y cometieron el linchamiento”, se justificó. La desconfianza en las instituciones cruzó un límite peligroso. Cuando el Estado falla en garantizar justicia, la gente toma el control y lo que sigue es fuego. Nunca como ahora lo de “pueblo chico, infierno grande”. | Se detalla en “Frentes Políticos” de Excelsior.
Barbarie
