* México y Veracruz enfrentan circunstancias sociales y políticas tan complejas: Arquidiócesis de Xalapa

Irineo Pérez Melo

Xalapa, Ver., 14 de mayo de 2023.- Ante las circunstancias sociales y políticas tan complejas que estamos viviendo en México y en Veracruz en la actualidad, es necesario vivir y asumir un equilibrio armónico entre las fuerzas más auténticas de la persona, para poder encontrar los caminos de justicia, de la paz y del progreso de todos y para todos.

Lo anterior fue informado por la Oficina de Comunicación Social del Arzobispado de Xalapa, en donde se destaca la necesidad de recuperar la relación vivificante entre la inteligencia y el corazón, entre lucidez mental y calidez solidaria, entre la tecnología y la ética del cuidado, entre la ciencia y la belleza del arte, entre las finanzas y la verdadera economía en favor de la persona.

A través del comunicado dominical que emite esta asociación religiosa, se destaca que actualmente nos conviene a todos asumir y mantener un inteligente y sano equilibrio de toda la riqueza espiritual del corazón que el ser humano ha generado en la cultura actual.

“Siempre será el mejor camino de toda intervención humana integrar, respetuosa y sabiamente, a todos los actores sociales en la resolución de las problemáticas que debemos superar, para vivir con dignidad”.

“Juntos, con la sabiduría del corazón inteligente, podremos enriquecer una sociedad tan necesitada de solidaridad y de calidez humana”, refiere el documento signado por el presbítero Juan Beristaín de los Santos, intitulado ¿Dónde está el sano equilibrio del progreso?

Se menciona que desde la fe cristina se puede ver la realidad con nuevos ojos. La fe ofrece, a que toda persona tiene la alegría de creer en Cristo, la gran posibilidad de descubrir la belleza, la verdad y la bondad en todas las realidades, acontecimientos y hechos de la vida que expresan lo que es la persona.

El Evangelio de San Juan, en esta ocasión, nos ofrece la fuerza y la bondad de la ley del amor que establece la verdadera fuente de la relación con Dios, con los demás, con la naturaleza y con uno mismo: “El que guarda mis mandamientos, después de recibirlos, ése es el que me ama. El que me ama será amado por el Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él” (Jn 14,21). La relación entre las personas está marcada por la fuerza de la ley del amor que renueva todas las fuerzas personales para buscar mejorar el deterioro de la vida, refiere, por último.