La ofensiva de la dirección del Conacyt contra la comunidad científica del país volvió a toparse con la ley.

María Elena Álvarez-Buylla dejará un legado de agresión injustificada y de torpeza jurídica. Haber acusado a un grupo de científicos de delincuencia organizada fue un desplante abyecto propio del ajuste de cuentas, no del combate a la corrupción.

La comunidad científica, indignada, se ubicó en las antípodas de la 4T que por alguna razón todavía desconocida decidió alejarse de las mejores mentes del país y ubicar a los generadores de conocimiento en el elenco de sus enemigos.

Aunque ya falta menos para que la gestión de Álvarez-Buylla termine, todavía tiene algo de tiempo para nuevas tropelías. No se puede bajar la guardia.   |   Se destaca en “Pepe Grillo” de La Crónica.