Son miles de vecinos de la tierra de María Enriqueta, los que coinciden en que, a más de un año de haber asumido la responsabilidad conferida en las urnas, el títere, ese que dice ser el alcalde, el tal Raymundo  Andrade Rivera, no tiene ni idea de la responsabilidad que lleva sobre su enclenque espalda.
Desde su arribo a la alcaldía la negligencia y los atropellos a la población han sido la constante.
Cientos aseguran que a tan próspero municipio lo ha convertido en el traspatio de la capital veracruzana, lo ha dejado en manos de un foráneo, al cual obedece a ciegas, «un tipo al que solo le ocupa y preocupa resaltar su amorfa figura» .
Lo realmente triste para la población coatepecana es el abandono en que se encuentra tanto la cabecera municipal como las congregaciónes, la inseguridad que padecen y la nula edificación de obra social.
Aquellos espacios naturales que hasta hace unos meses eran de esparcimiento familiar ahora son peligrosos y de alto riesgo para los escasos paseantes que se atreven a visitarlos.
La galopante inseguridad es algo que a diario padece la población, la incertidumbre es palpable y el temor fundado.
Los vecinos ya no quieren más circo, más festivales, más pistas de hielo, lo que ellos ambicionan es seguridad, obra pública, servicios públicos de calidad y una eficaz y eficiente comuna.
La demanda ciudadana es que los problemas sean atendidos a fondo, con sentido de responsabilidad y el firme interés de darles una solución favorable para la colectividad.
De igual forma los coatepecanos anhelan un municipio seguro, revestido de obras sociales y con tradición.
Desean una comuna sensible que sepa escuchar, que trabaje, que deje lado la opresión, la humillación, la apatía y el choque con la población.
Desafortunadamente para todos ellos, ese que dice ser alcalde sólo vino a resultar una rémora, otro tropiezo más para el engrandecimiento de tan noble comarca, de aquel Coatepec tranquilo, seguro y venturoso.
A aquella, otrora, gloriosa denominación de «pueblo mágico» los coatepecanos la han cambiado por «pueblo trágico», y todo gracias al fracaso y desinterés de la comuna que encabeza Andrade Rivera. Una comuna que oprime, reduce y sangra la ciudadano, que limita a los creadores de fuentes de empleo y ahuyenta la llegada de nuevas inversiones.
No existe disposición en la administración municipal para trabajar por el bienestar de la gente, mucho menos interés por atender los problemas que aquejan a la población.
Actualmente la tierra de María Enriqueta vive otra etapa más de abandono, de indolencia y opresión por parte de la administración municipal.
Una comuna que se ha desempeñado con desinterés social, entregada a un fuereño y presidida por un alcohólico.
Lo cierto es que a los coatepecanos les esperan meses de una cruda realidad donde la constante seguirá siendo el valemadrismo, la dejadez y la represión municipal.
Coatepec está siendo mancillado por la injusticia y la corrupción.
En Coatepec la transformación no ha respondido al cambio que la población demanda.
Así de sencillo.