En medio de la incertidumbre y el incumplimiento de promesas de campaña, el tabasqueño esta por recorrer la primera mitad de su mandato. 

Aun cuando presuma de millonarios ahorros y de un manejo escrupuloso de los recursos financieros, lo cierto es que, de acuerdo con el más reciente informe del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, entre 2018 y 2020 el porcentaje de la población en situación de pobreza reveló un aumento de 41.9 por ciento a 43.9 por ciento. Por lo que en número fríos la cifra de personas en esta situación se acrecentó de 51.9 a 55.7 millones de personas. 

Así o más clarito. 

A tres años de su administración, se continúa observando a un presidente que se desempeña en medio del resentimiento, con egocentrismo, de manera autoritaria y absoluta. 

Lo suyo es la lírica, con una inclinación muy tremenda a la palabrería, al desdén de quien no comulgue con doctrina, con su verdad. 

Lo anterior es el escudo que instala, es la barrera que presenta porque en el fondo su misma prolijidad lo inquieta, sabe que lo hace vulnerable. 

Es evidente que, en materia de seguridad pública, reconoce que es aquí donde reside el fracaso más fuerte de su gobierno, por supuesto que no lo expresa, pero si es evidente. 

Las bandas criminales se pasean por todo el territorio mexicano, hacen y deshacen, pero también contribuyen también cooperan y que mejor muestra que la pasada jornada electoral del seis de junio. 

Eso de que su gobierno iba a ser más humano, de que la paz debía ser consecuencia de la justicia, de que la violencia no se enfrenta con violencia, y tantas frases más a las que en campaña les dio vuelo, ahora, a medio sexenio de su gobierno, son una afrenta. Un agravio para quien no ve cómo se van a lograr esos objetivos en los treinta y seis meses que restan de su mandato.  

Las mañaneras es algo que lo ha distinguido, es algo que ya dio marca a su gobierno. 

En ellas se ha logrado ver una amplia recopilación de expresiones populares, pegajosas, de nombres llamativos, de dichos populares, de insultos, apodos y calumnias, entre otras, con las cuales solo ha buscado cultivar un inquebrantable efecto de lucha contra el mal. 

Un espacio donde solo sus números cuentan, donde solo sus datos son verídicos. 

En ellas, el tabasqueño, le da vuelo a su inquina y en su ánimo de romper con todo lo que huela a pasado, emite frases insultantes, nada propias para su investidura y con las cuales solo invita a faltarle el respeto. 

Por otro lado, ya nos dimos cuenta que los programas sociales, esos que tan buen resultado le dieron en la pasada jornada electoral, no favorecen a los más pobres, solo son un paliativo que a la larga habrá de empeorar el problema de todos ellos, de esos millones de mexicanos que tanto presume. 

Sobra resaltar que el nuevo sistema de salud, puesto en marcha al arranque de administración, ha dejado sin servicios a más de 10 millones de mexicanos. 

Todos ellos ahora sufren las amargas consecuencias, o que acaso será necesario destacar el tema de los niños con cáncer, de esos padres de familia que aun sin tener dinero luchan por salvar la vida de sus infantes, de sus familiares. 

Y ya que resaltar sobre la pandemia, de ese túnel sin salida y en plena obscuridad, donde eso de la adquisición de las vacunas sigue siendo un misterio, donde las muertes van en aumento y donde miles de hogares están de luto, han perdido cuando menos un ser querido. 

Lo cierto es que millones de mexicanos cada día se decepcionan más, a diario se acrecienta el descontento hacia su gobierno, la tristeza invade a miles de los que votaron por él, y miles de ellos ven como en ese país que lo eligió, que soñó en mejorar, que se ilusionó al pensar que todo sería más igualitario, más justo, ahora hay más pobres y donde, poco, o nada, ha cambiado para bien. 

El dueño de “La Chingada” encaja a la perfección en aquello que reza que ser buen político dificulta ser un buen gobernante porque los políticos prometen y los gobernantes decepcionan. 

Provechó.