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Aunque el virus del Nilo Occidental no es un virus nuevo, como es el coronavirus, por ejemplo, y se encuentra en circulación en España desde finales de los noventa, no se había producido antes un brote de la magnitud que presentó el ocurrido en el verano de 2020, que ha producido casos en algunas zonas de Sevilla, Cádiz y Badajoz. El número total a principios de octubre, según un informe del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (Ccaes) realizado para evaluar el riesgo, fue de 75 casos de virus del Nilo Occidental en humanos, de los que 40 fueron confirmados y 35 probables.

El virus del Nilo Occidental fue descrito por primera vez en Uganda en los años 30. Se trata de un arbovirus zoonótico que se transmite desde las aves (que actúan como reservorio) a los humanos a través de mosquitos, fundamentalmente del género Culex, presente en la Península Ibérica. “Los mamíferos, principalmente el ser humano y el caballo, son hospedadores accidentales, sin capacidad de transmitir el virus a mosquitos”, explica el documento del Ccaes. Y por ello se realiza la vigilancia de la aparición del virus en animales desde 2001 y en humanos desde 2007.

“El virus está presente en la saliva del mosquito y al picar a una persona o a otro animal -mamíferos o aves-  le transmite la infección”, afirma José María Navarro, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc). Asimismo, se trata de una enfermedad estacional, que aparece con el ciclo vital de sus vectores -los mosquitos-, entre abril y principios de noviembre.

Dados los casos producidos tanto en humanos como en caballos, teniendo en cuenta la probabilidad de transmisión y el impacto de la enfermedad, desde el Ccaes catalogan como moderado el riesgo “en las zonas donde en esta temporada o en las previas se han detectado focos equinos, aves o mosquitos infectados y/o casos humanos. Este riesgo se mantiene durante la temporada de actividad del vector, siendo mayor al final del verano y principios del otoño. En el resto del territorio español y entre los meses de diciembre y marzo, el riesgo es muy bajo”.

Cambio climático y virus del Nilo Occidental

“Este año no sabemos exactamente las circunstancias que han motivado este brote. La causa puede ser multifactorial”, explica Navarro. Según él la subida en las temperaturas provoca que la vida del mosquito sea más larga. “Antes tenían un periodo de reproducción de 4 meses y ahora se extiende a 8 ó 10 meses. Esto hace que haya más posibilidades de que haya más mosquitos y de que haya más infecciones. Por eso es una enfermedad que se liga bastante al cambio climático”, añade.

En esta línea, Francisco Ruiz Ruiz, especialista en Medicina Interna del Hospital Quirónsalud Sagrado Corazón de Sevilla, afirma que los casos se han producido “durante el período en el que el clima y la actividad vectorial de los mosquitos implicados en la transmisión del virus del Nilo Occidental son los propicios”. Además, en el final del verano, momento en el que las aves han iniciado ya sus migraciones, se eleva el riesgo puesto que los mosquitos centran su alimentación en el ser humano.

Además, el hecho de que las migraciones de las aves también se hayan modificado por el aumento de las temperaturas y a que permanezcan más tiempo en un mismo lugar también eleva el riesgo. Esto, sumado a que haya periodos de lluvias seguidos de sequías hace que se produzcan zonas donde quedan restos de aguas estancadas, el caldo de cultivo idóneo para la proliferación de los mosquitos… “Normalmente cuanto más cálida y húmeda es la zona, el mosquito que transmite la enfermedad sobrevive más y, por tanto, facilita la transmisión”, añade Juan González del Castillo, jefe de la Unidad de Urgencias del Hospital Clínico San Carlos, de Madrid, y coordinador del Grupo Nacional de Infecciones de la Sociedad Española de Medicina de Emergencias (Semes).

Una vez establecido el riesgo y los actores que lo conforman, lo importante es que una vez que se detecta la presencia del virus se pongan en “marcha las medidas y se realicen los diagnósticos de los casos tanto en humanos como en caballos de forma precoz para intentar paliar en lo medida de lo posible y lo más rápido que la situación se descontrole. Como así creo que se ha hecho”, dice Navarro.

Por eso desde el Ministerio de Sanidad se aconseja “reforzar las actividades de vigilancia pasiva y activa del virus del Nilo occidental en caballos y aves. Identificar las áreas/hábitats con abundante presencia de vectores competentes y reforzar la vigilancia entomológica y ambiental del mosquito Culex en las zonas consideradas de riesgo”, amén de realizar actividades de control actuando sobre los estados larvarios de los mosquitos y de poner en práctica un plan de acción integral. Otra de las medidas que deben tenerse en cuenta es informar a la población de las zonas en las que hay circulación del virus para que adopten las medidas y acudan al médico si aparecen síntomas.

Síntomas

Aunque la alarma saltó este verano al producirse el ingreso de pacientes con encefalitis meningitis, lo cierto es que sólo el 1% desarrolla este tipo de manifestaciones. De hecho, el 80% de las personas que se infectan con el virus del Nilo Occidental no muestran síntomas y el 20% restante puede experimentar síntomas similares a la gripe en un momento -la primavera y el verano- en el que no es habitual mostrar cuadros gripales:

  • Cefaleas.

  • Malestar general.

  • Dolor muscular.

  • Decaimiento.

  • Fiebre.

  • Nauseas y vómitos

  • Exantemas, aunque no es frecuente.

  • Adenopatías (inflamación de los ganglios), también de baja frecuencia.

Prevención de las picaduras

La población de las zonas en las que circule el virus del Nilo Occidental puede realizar varias medidas para protegerse y evitar las picaduras:

  • Aplicación de repelentes.

  • Uso de mosquiteras.

  • Utilizar ropa de color claro y con manga larga y pantalón largo, especialmente en los horarios de más presencia de los mosquitos: a primera y a última hora del día.

  • Limpieza de recipientes o depósitos que puedan acumular agua y convertirse en reclamo para los mosquitos.

“Como todas las arbovirosis esta enfermedad está muy ligada a los cambios climáticos y tenemos que estar muy atentos y no menospreciarla”, dice Navarro, pero no hay razón para la alarma ya que no hay una situación de incertidumbre. 

¿Más riesgo con más picaduras?

Y si el virus está en circulación, ¿aumenta el riesgo si se reciben varias picaduras? Navarro explica que no existe relación y que contraer la infección no es tan fácil como pueda parecer, ya que ni todos los mosquitos están infectados ni el hecho de que lo estén significa que la picadura produzca una infección efectiva. “El que te piquen más o menos no es un índice. Si no pica ningún mosquito obviamente no hay riesgo pero no es para que aquél al que le pique esté varios días asustado porque le ha picado un mosquito. Lo normal es que los mosquitos nos piquen pero la probabilidad de que te pique uno con  una carga suficiente es remota”.