La carta que hace unos días diera a conocer el oaxaqueño, referente a la renovación del partido tricolor, que no es otra cosa que exigir la salida de “Alito” del CEN del PRI, también lleva dedicatoria para el entenado político de Miguel Ángel Yunes Linares. Sí, ese que hace las veces de dirigente, más no líder, del Revolucionario Institucional en la entidad veracruzana. 

El ex gobernador de la tierra donde vio la luz por primera vez el “Benemérito de Las Américas”, demanda con carácter de urgente “la realización de una asamblea nacional refundacional”. 

Como bien dice Ruiz Ortiz “no se puede ocultar el sol con un dedo, estamos a un paso de desaparecer, nos quedan sólo cuatro gobiernos estatales y ganamos este año únicamente once diputados donde competimos con nuestras siglas, en dos estados del país”. 

Plenamente cierto lo anterior. 

También subrayó la importancia del diálogo buscando siempre las coincidencias, permitiendo que la militancia resuelva las diferencias mediante la discusión enriquecedora de una asamblea abierta. 

En una parte de su misiva destaca que la dirigencia fue electa hasta el 2023, como también es toda una realidad “que se les otorgó el mandato para dar buenos resultados y, como olvidarlo, con la promesa de campaña de devolver el partido a sus verdaderos dueños, la militancia; y ni lo uno ni lo otro se ha cumplido. 

Lo mismo pasa en Veracruz, Marlon Ramírez Marín no ha cumplido. 

El insípido dirigente, mas no líder, partidista llevó las siglas del tricolor veracruzano al sótano electoral. 

No cumplió ni una ni otra cosa de lo prometido el día de su toma de posesión. 

Muchos priistas aún recuerdan parte de su arenga: “la nueva dirigencia asume el compromiso de democratizar el PRI, el de acercar el partido a todas las regiones y el de invertir el modelo actual para que sea la base la que decida”. 

De risa verdad. 

Pero eso no es toda su mentecita lo llevo más allá y se atrevió a destacar que el tricolor sería renovado y que nunca más las decisiones del partido serán tomadas por una sola persona. 

Por favor. 

Un ejemplo de lo anterior es que escasos diez días después de la pasada jornada electoral distintas voces de las bases priistas se levantaron pidiendo la salida del porteño, lo señalan de actuar de manera corrupta, sin transparencia. 

Muchos de ellos le recriminaron el haberlos dejado solos, de ignorar a los seccionales y de trabajar solo para su beneficio personal. 

Y por lo que se aprecia, se ve que lo conocen muy bien. 

Sobra decir que el porteño no ha mostrado compromiso hacia su partido, ha actuado con tibieza, sin rumbo. No ha dado muestras de ser una verdadera oposición. Ramírez Marín posee un PRI desunido y bastante débil, un instituto político que ha dejado en el olvido las causas de la gente, ha mostrado apatía hacia sus bases. 

El entenado político de Miguel Ángel Yunes Linares ha logrado actuar con un fingimiento admirable, con unos dobleces que ni el mismo vecino de El Estero ha logrado conseguir. 

Muchos de los priistas de antaño ven con tristeza como Marlon Eduardo vino a fomentar el tan dañino dedazo, el amiguísimo y el compadrazgo, trabajando al puro estilo de la vieja guardia priista, siendo eso lo que precisamente le causo tanto daño al negocio que todavía regentea. 

Quizá por lo anterior su partido solo obtuvo una diputación federal, 22 alcaldías, diez menos que en la pasada elección y cero representantes populares locales. 

Chulada.   

Por cierto, luego le platicamos sobre ese penoso incidente que hace unos días protagonizo el tal Marlon Eduardo, allá en el puerto de Veracruz, en un conocido restaurante, al irles a reclamar y recriminarles a un grupo de destacados periodistas, los cuales muy tranquilamente desayunaban, que la tumultuosa derrota de su partido era culpa de ellos por sus malos comentarios. Por supuesto que los tunde teclas no dudaron ni un minuto en contestarle como se debía, situación que orillo a un empresario llevarse al dirigente partidista y sacarlo del lugar. 

Pobre dirigentillo, ahora, fiel a su estilo y a su costumbre, anda buscando culpables de su derrota adoptando la postura del avestruz, esconde la cabeza, pero muestra todos los glúteos. 

Provecho.