Solo bastaron cuatro años para que el negocio que regentea el tabasqueño, pasara de ser un movimiento nacional a ubicarse como el partido en el poder. 

Recordemos que MORENA fue registrado en 2014 y cuatro años después, de manera indiscutible, con el señor López al frente, ganó la presidencia del país. 

Desde que conquistó auténticamente en las urnas la primera magistratura federal, prometió un país más igualitario y libre de corruptos; sin embargo, cerca de tres años después vivimos en el peor de los orbes. 

El señor López es un hombre que día a día se empeña en dividir a los mexicanos, de acrecentar la animadversión entre ricos y pobres, entre conservadores y liberales, entre periodistas corruptos y adulones, entre los buenos y los malos, entre chairos y fifís. 

Y ahora, a tres años de su victoria y en medio de una fuerte crisis de credibilidad, el dueño de “La Chingada” mantiene una dominante notoriedad a costa de acrecentar su campaña contra los que considera sus antagonistas, incluida la prensa crítica y los empresarios. 

Gracias a que en casi todo el territorio mexicano existía un hartazgo hacia el sistema político tradicional y que MORENA representaba un cambio, el electorado se volcó en las urnas brindándole todo su apoyo. 

Han sido meses de escuchar lo mismo, de repartir culpas, de marcar como delincuentes a las administraciones pasadas. 

El autoritarismo es algo que ha venido distinguiendo a la administración federal. 

No hay mas ley que la del tabasqueño. Con estas actitudes solo deja en claro que es un mandatario que gobierna solo, que soluciona exclusivamente él y, lo más grave, todo indica que le han dejado de importar las causas más apremiantes de la nación. 

Por si lo anterior fuera poco no considera ni toma en cuenta a los mandatarios estatales de otros partidos políticos, no sabe, o no quiere, escuchar a la oposición que, al igual que él, fue elegida por millones de mexicanos. 

Actualmente los sectores productivos coinciden en que son casi tres años de repliegue en la creación de empleos y de vivir en medio de una violencia incontrolable. Meses en que los feminicidios cada día van al alza, tiempo en que el aliado que prometió ser, actualmente es el peor enemigo de las mujeres. El desabasto de medicinas incomprensible, de igual forma con unos índices de corrupción por las nubes, como también por allí andan los precios de los comestibles que conforman la canasta básica, aunado al incremento de la gasolina, el gas y la energía eléctrica. 

Sobra mencionar que el combate a la corrupción resultó ser simplemente una quimera, de igual forma la inserción social se quedó en la arenga. El progreso en cuestiones de seguridad pública no fue otra cosa que una ilusión una invención de señor López. 

Y ya para que le mencionamos que, con la pandemia encima, lo que menos interesa al nacido en Macuspana es socorrer a los mexicanos que se están agonizando, como también, otro ejemplo, son los niños con cáncer. 

Lo cierto es que para millones de mexicanos han sido, casi, 30 meses atestados de mentiras, de inseguridad, de promesas incumplidas, desempleo y con una economía, en millones de hogares mexicanos, por los suelos. 

Por lo mientras el dueño de “La Chingada” continúa en campaña y no porque le falte entendederas de que ya es el Tlatoani presidencial, sino porque su ambición de poder rebasa la conclusión de su mandato en el 2024, su obsesión es continuar aposentado en el trono, un sexenio más. 

Lo que sigue es perpetuarse en el poder. Por lo que, es así, con ese propósito, ha estropeado las instituciones que eran un contrapeso a ese poder omnipresente y totalitario que poseía el presidente de la República en los sobresalientes años de la dictadura perfecta, como dijera Vargas Llosa. 

Chulada.