Tendrá dedicatoria lo expresado, mediante un comunicado de prensa, por el ministro religioso, José Manuel Suazo Reyes, al subrayar que la “política se ha convertido para algunos en un jugoso negocio”.

El representante católico fue al grano, nada de rodeos, y esto fue lo que dijo: “no se puede ni se debe escoger a un improvisado o mucho menos quienes no tienen fama de honradez”.

Así o más clarito.

Varios de los tlatoanis del negocio ese llamado Morena, se van a sentir agraviados, ya que tienen la piel muy delicada.

Como bien dice el católico el próximo seis de junio de habrán de elegir a personas a las cuales se le van a confiar los bienes de la comunidad, por lo que se les tendrán que exigir que den resultados positivos.
Pero eso no es todo también añade que “los programas sociales que recibe la población no pueden usarse como chantaje o coacción para inclinar el sentido del voto de los ciudadanos. Si alguien quiere condicionar la ayuda que se te ofrece en un programa social a cambio de tu voto lo debes denunciar. Eso es un acto de corrupción. El voto es libre y secreto”.

De igual forma también expreso que sufragar es un derecho “y esa responsabilidad no se puede delegar a nadie”, por lo que el próximo 6 de junio, el electorado debe de salir a votar para elegir a los que consideren sus mejores representantes populares.

El prelado externo que se debe votar libremente, con responsabilidad y de manera informada, ya que no es legítimo implicar el voto porque alguien te ofrezca una dádiva.
Todos a sufragar el próximo seis de junio, fecha en la que se estará eligiendo a más de 20 mil representantes populares entre diputados federales, diputados locales, gobernadores, alcaldes, síndicos y regidores. Claro sin olvidar que los principios religiosos son o pueden ser determinantes al momento de cruzar la boleta electoral.

El elector no debe dejar de lado que la clase política establece relaciones clientelares con ministros prominentes y miembros del alto clero de estructuras religiosas. Pues por todos es sabido que la clase política busca complicidad clerical para alcanzar niveles de legitimación perdida que ofrecen los liderazgos.

De igual forma los actores religiosos buscan privilegios y plataformas que posicionen sus agendas.

Provecho.