En las congregaciones, colonias y rancherías de Xalapa están esperando al ex secretario de Educación de Veracruz, Adolfo Mota Hernández, añoran que vaya en la boleta electoral para votar en contra de él, por dos motivos: ser un malagradecido y soberbio.

¿Quieren un ejemplo de la forma en que éste priista usaba el erario público cuando buscaba ser diputado federal en el año 2015? Un día se realizaba la fiesta patronal en la comunidad Paso del Toro, de pronto irrumpió por los aires un helicóptero, volaba a baja altura, en unos segundos el aparato propiedad del gobierno estatal aterrizó en el campo de fútbol, los pobladores se emocionaron y preguntaban entre sí quién iba a visitarlos, de pronto descendió Mota y se puso a saludarlos, se autoinvitó a la celebración, comió rápido y se largó, no les cooperó ni con unos refrescos, pero les dijo “los voy apoyar con drenaje, obra, reparación de los caminos rurales”, pero solo fue pura baba de perico, pues no les gestionó, no dio nada, ni las gracias por el voto.

En la congregación de El Castillo rogó por el sufragio, pero como los habitantes le veían la cara de ladino y no los convencía, luego entonces, Motita les dijo «si me respaldan les voy a regalar cinco toneladas de cemento para construir un puente que una la colonia Gutiérrez Barrios con el fraccionamiento Monte Magno -se unen por la parte de atrás esos lugares-, incluso yo pongo la mano de obra”, pero nunca llegó de su parte ni un ladrillo.

Todavía en un tono irónico les dijo: «miren, allá está mi casa, señalando las mansiones de Monte Magno, no sabía que por aquí también se podía llegar a mi fraccionamiento, espero su voto y ya den como un hecho su puente para que no se mojen sus pies con el agua del caño».

Hoy anda de rogón y chillando Adolfo Mota en El Castillo, Chiltoyac, Paso del Toro, Seis de Enero, El Tronconal, Las Cruces, Castillo Chico, La Troja, le habla a los líderes de esas congregaciones, les implora que lo apoyen, que ha cambiado, que esta vez sí les va a cumplir, que en aquella ocasión se equivocó, incluso, llega a decirles «ando muy madreado, pero déjenme llegar a la Cámara de Diputados federal y les juró que voy ayudarlos».

Sin embargo, lo único que ha encontrado es un rotundo no, le dicen que es un ingrato, un ser mentiroso que solo se burló de su pobreza y necesidad, un tipo soberbio que a veces no los quería ni saludar, que en el 2015 no les dio ni para la gasolina, que los escasos apoyos que llegaron fueron de parte de Javier Herrera Borunda y el fallecido Rogelio Ayala Palomino -en esas elecciones estuvieron juntos PRI y PVEM-, pero que él no les dio ni las gracias, jamás lo volvieron a ver.

Pero como Mota Hernández es peor que una culebra, actualmente les insiste, les dice, invítenme a las fiestas de sus comunidades, ahora soy humilde, es más, si lo hacen soy capaz de ir a sus casas y permitir que me regañen, deberían entenderme un poco, estoy pasando por un momento muy complicado de mi vida y hace el sonido con la nariz como si llorara, pero la respuesta es no, espera el domingo seis de junio para ver la respuesta a tu ingratitud, si fueras hombre de palabra tendrías calidad moral para buscarnos pero tú te la perdiste. Ni modo.