A nuestros amables lectores, gracias, gracias por favorecernos con su lectura.

Es deseo propio que en año que inicia sea pleno de salud y bienestar para todos ustedes.

Felicidades.

El 2020 significó para millones de mexicanos, un paro en seco para replantear prioridades de vida, por lo que, sin lugar a dudas, habrá de quedar en los anales de la historia como los doce meses que cambiaron de manera radical nuestras vidas.

Enfrentar el 21 por supuesto que no será fácil, pero habremos de caminarlo más prevenidos, con mejores herramientas, y seguramente más resilientes de como principiamos el que recientemente se fue.

Este será un año de enormes cambios y donde habrán de tomarse decisiones importantes para la vida de nuestro país.

Y, ciertamente, lo iniciamos en medio de la peor crisis económica vivida en México, la falta de voluntad del señor López para actuar con responsabilidad tiene que acabar.

Ya basta de tanto valemadrismo, de tanta apatía, de tanta simulación.

Los mexicanos están cansados de esos mensajes basados en la demagogia, de líneas atiborradas de falsas promesas, así como nulos resultados, y más que beneficios lo único que realmente ha traído su tan cacaraqueada cuarta transformación han sido perjuicios, pobreza, detrimento por lo que sobra decir que lejos de proporcionar al pueblo de México cambios positivos, ha ocasionado graves daños a la estabilidad económica, política y social de nuestro país.

La triste y oscura realidad es que se han perdido millones de empleos, miles de empresas han bajado sus cortinas y más de diez 11 millones de mexicanos han pasado a engrosar las cifras de la pobreza.

Esa es nuestra realidad.

El gobierno que encabeza el tabasqueño se ha obsesionado en promover políticas públicas que van en completo contrasentido a lo que verdaderamente necesitamos millones de mexicanos: fomentar la confianza y la atracción de inversiones, la creación de empleos permanentes, elevar la calidad educativa y superar esta crisis de seguridad que no aterra y agobia cada día más.

Su administración, estos dos años, ha sido de mucha simulación, improvisación y de complicidades. Veinticuatro meses en los que la excusa del “combate a la corrupción” y la austeridad republicana transformada en pobreza franciscana han derivado en un México más ignorante, más pobre, más vulnerable y más desigual, por no decir más jodido.

Los estragos de la pandemia habrán de continuar. Según expertos en el tema nuestro país se ha vuelto el peor territorio para vivir esta plaga del coronavirus.

Aunque el panorama parezca negro, la realidad es que las crisis también sirven para sacar lo mejor de nosotros, para mostrar el coraje.

Millones de mexicanos, en este 2021, esperan ávidamente un gobierno más responsable, más transparente y eficiente.