Estos negocios están para llorar.

Tanto los locales, como los nacionales.

Van a todo fregar, lo que menos les interesa es la sociedad, el electorado.

Sus dirigentes, mas no líderes, ven en ellos un auténtico negocio, una manera holgada de vivir, de llevar una existencia en medio de toda una bonanza, de transitar en el más espacioso valemadrismo.

Vea si no.

Que escasa progenitora eso que pretende Redes Sociales Progresistas de llevar al luchador Blue Demos Jr. como Coordinador de la alcaldía Gustavo A Madero y a actriz mexicana de origen cubano Malillany Marín, como Embajadora para la Mujer y la Familia.

Por favor, más seriedad señores.

Ya basta de ofender la inteligencia del electorado.

Por supuesto que no se duda de la capacidad de nadie, como tampoco se cuestiona su legítima aspiración, pero la sabiduría popular no se equivoca y existe una máxima que reza “zapatero a tus zapatos”.

Así de sencillo.

Que acaso no ven la ineptitud de un tal Cuauhtémoc Blanco, que no perciben lo obtuso de Ernesto Vargas Contreras, mejor conocido como Ernesto D` Alessio, de casualidad no distinguen lo mediocre de un tal Sergio Mayer o lo mostrenco de una Ana Gabriela Guevara. Solo por citarles un microscópico ejemplo.

¡Qué vergüenza!

Ya basta que personajes del mundo artístico, de la farándula y el deporte sean candidatos a cargos de elección popular.

Que acaso eso de la formación de cuadros, responsabilidad que tiene los partidos políticos, es una falacia únicamente.

Que acaso es tanto el valemadrismo que solo les interesa el poder y las prerrogativas.

Donde quedo esa sentencia de formar cuadros, afianzar principios y doctrinas, aquello de desarrollar y modernizar plataformas políticas.

Tal parece que los partidos políticos han olvidado las obligaciones que tienen, en primera instancia, con sus militantes y con el resto de la ciudadanía que pide y merece más y mejores resultados.

Los institutos políticos no deben fingir demencia y tratar de ignorar que ya predomina un sentimiento colectivo en el que hombres y mujeres, gente del campo y de las urbes, sobre todo, han dejado de creer en la política, empezando a externar su resentimiento hacia los gobernantes.

Es un secreto a voces que, en nuestro país, desde hace varias décadas, ha venido imperando una desmoralización generalizada hacia los institutos políticos, los cuales, como todos sabemos, son financiados con recursos públicos, con los gravámenes que carga la gente sobre sus dorsos.

Lo único que se logra ver es que el perfil que el político debe tener, sus cualidades y sensibilidad social, están pasando a segundo término o bien, quienes se han dedicado a la política han resultado ser unos auténticos bandidos, por eso el hartazgo ciudadano.

De igual forma resulta cierto que el cinismo es lo que prevalece tanto en los institutos políticos como en la administración pública en general.

Los partidos políticos deben estar muy atentos, no deben olvidar que al electorado ya no lo convencen con espejitos, la entrega de despensas no es sinónimo de un voto seguro, recuerden que los discursos gastados, plagados de frases trilladas ya no funcionan, han pasado a la historia.

Ojalá tengan presente que el votante, hoy en día, es un convencido que las promesas de campaña no se cumplen, que el saludo y la sonrisita fingida ya no se las creen.

Es triste ver cómo, una vez logrado el capricho, los políticos y sus institutos políticos comienzan a gobernar para sí mismos, velando únicamente por los intereses de sus familias, de sus amigos, de sus cuates y de sus partidos.

Empiezan a llevar a cabo una perfecta y solida industria antisocial, la política anti comunidad, la cual lógicamente se ve reflejada en las pésimas prácticas administrativas.

Ellos piensan en todo, menos en la gente, en los gobernados, en los ciudadanos, en los votantes, en esos que les brindaron su confianza en las urnas.

Que escasa progenitora.

Provecho.