* El investigador Daniel Villavicencio habla del PEI del Conacyt, cuyos éxitos o fracasos se pueden evaluar con diferentes indicadores. «La innovación no se debe medir sólo por número de patentes», asevera
Crónica

Entre los años 2000 y 2018 al menos 5 mil egresados de carreras científicas fueron contratados en programas de investigación de industrias que recibieron apoyo económico del gobierno federal. No existe registro de cuántos de ellos se quedaron permanentemente en las industrias para las que trabajaron dos o tres años, pero es un hecho que no estuvieron sacando fotocopias sino en proyectos de mejora de productos o proceso reales, explicó en entrevista con Crónica el sociólogo industrial Daniel Villavicencio Carbajal, de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM)-Unidad Xochimilco y coordinador del libro Inversión en conocimiento a través de los proyectos apoyados por el Programa de Estímulos a la Innovación de Conacyt.

Sin defender ni atacar los programas con los que diferentes gobiernos transfirieron recursos fiscales a industrias que presentaron proyectos de innovación, el investigador mexicano dijo que hay diferentes indicadores con los cuáles puede ser evaluado el éxito o fracaso del Programa de Estímulos a la Innovación (PEI), del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología; sin embargo, explicó que la innovación no se puede medir sólo a través de número de patentes.

“La Innovación, como la define al OCDE es un nuevo producto que llega al mercado mejorado con base a investigación y nuevo conocimiento. Por eso, en la investigación que nosotros hicimos del periodo 2000-2018 hay proyectos que fueron registrados con cinco diferentes objetivos que influyen en diferentes etapas del proceso de innovación: 1) mejora de producto; 2) mejora de servicio; 3) mejora de proceso; 4 construcción de planta piloto o 5) construcción de laboratorios industriales para investigación y desarrollo”, explicó el universitario mexicano, quien añadió que desde 1993 su tema de estudio ha sido las diferentes políticas científicas adoptadas en México y que hasta antes del año 2000 no existían políticas de impulso a la innovación por lo que la industria ha sido principalmente de maquila o enfocada a pequeños mercados locales donde ya tienen presencia.

El libro sobre el PEI fue elaborado junto con los autores Eugenio Argüelles, Rodrigo Bustos, Aarón Guerra, Francisco Manzano, Orquídea Melo y Diana Rivera. El universo de proyectos analizados suma un total de 5 mil 874 tomando en cuenta las tres modalidades del PEI y distribuidos en tres distintos periodos de estudio.

Un dato muy importante y que actualmente puede ser de interés para egresados de carreras científicas, industriales que desea innovar y autoridades que desean fomentar la innovación es que el estudio que coordinó Villavicencio está relacionado con una herramienta de consulta que había elaborado anteriormente  en la que un visitante puede identificar cuáles son las industrias que buscan posgraduados especializados en algún tema de investigación y cuáles son los especialistas en ese campo, egresados de posgrados de calidad, que viven en esa región geográfica, por ejemplo: una empresa que se dedica a recubrimientos en Sonora puede localizar a un egresado de postgrado en nanotecnología de recubrimientos de una institución de Sonora o de la región más próxima.

“Es una plataforma de georeferencia que conecta proyectos de innovación con  líneas de conocimiento de los posgrados del PNPC (http://dev.centrogeo.org.mx/adiat2017/)”, explica el profesor de la UAM-X

RECURSO HUMANO. Uno de los problemas que tiene México y que no ha podido resolver desde hace décadas es cómo lograr que encuentren trabajo los egresados de carreras científicas y de posgrados científicos. Como cada vez son menos los que logran entrar a una universidad o institución gubernamental para hacer investigación, los programas de fomento a la innovación han buscado que ese recurso humano pueda ser incorporado a la industria.

“Se gradúan 2 mil 785 Doctores por semestre en el país y la Secretaría de Educación Pública (SEP) y la Secretaría de Hacienda (SHCP) sólo crean 20 plazas nuevas por año en las universidades. Entonces, hay una capacidad humana latente, pero una insuficiencia de puestos. Esto provoca que los que pueden se van del país y se quedan fuera, con lo que hay una inversión en educación que acaba siendo aprovechada afuera. Entonces, el Programa de Estímulos a la Innovación (PEI), si bien no fue su objetivo principal, favoreció a que de los 5 mil y pico proyectos, casi  3 mil contrataron a una persona, algunos contrataron a dos e incluso tres. Mi cuenta absoluta, me da que a través del PEI, las empresas contrataron a 5 mil 104 jóvenes egresados, lo cual es una cifra interesante porque ¿qué habría hecho ese recurso humano especializado durante ese año fiscal, si no tuvieran trabajo?¿Buscar otra beca, abrir un changarro, irse al extranjero? Estamos hablando de graduados en los que el país invirtió. Ahí hay un retorno para el país”, dice el académico.

“No sabemos cuántos de esos jóvenes se quedaron a trabajar en la empresa. Sería fabuloso que por lo menos la mitad lo hubiera logrado. Pero como no tenemos esos datos, lo que sí sabemos es que esos años fiscales hubo jóvenes egresados de posgrados que tuvieron chamba en sus áreas de conocimiento, ya fuera química, software, nanotecnología, mecatrónica u otras, y adquirieron experiencia en el mundo laboral y en la industria. No sacaron fotocopias, se los contrató por sus conocimientos y las empresas incorporaron nuevo conocimiento”, señaló el doctor Daniel Villavicencio.