Sobra decir que la vida ya será otra después de la epidemia del COVID-19.

Las autoridades sanitarias nos han hecho saber que ya estamos en la Fase 3.

La única manera de impedir la propagación del virus es a través de la reducción de los contactos entre la población, con todo lo que ello implique como el quedarse en casa.

Lo malo es que, por una parte, el dueño de “La Chingada” dice una cosa y por la otra el Subsecretario de Salud López- Gatell dice otra.

Las consecuencias las habrán de afrontar los morenos el año venidero, esto se verá reflejado en las urnas. Hasta el momento el problema es que parece que nadie tiene la autoridad moral para advertir al dueño de La Chingada que está jugándose el futuro de su gobierno con el manejo que ha hecho respecto a la epidemia.

La verdad es que se tiene una vaga idea de las repercusiones en materia de salud, así como las implicaciones en la vida económica y social como resultado de esta terrible situación sanitaria.

Ya algunos mandatarios estatales pusieron en su lugar al gobierno federal, están haciendo valer su autonomía y no tan solo le piden, sino que exigen respeto.

La aparición del Covid-19 ha ayudado a sociedades profundamente divididas a unirse ante la adversidad.

La necesidad los ha obligado a ensamblar esfuerzos.

Se han dejado de lado los colores, las razas, el dolor de la pandemia de COVID-19, un acontecimiento que ha marcado definitivamente nuestra época, persistirá mucho después de la remisión del virus.

Una vez concluida la cuarentena, muchas personas habrán sufrido pérdidas inimaginables.

Un gran número de mexicanos habrá perdido a seres queridos, cantidades enormes se habrán quedado sin empleo y tal vez sin hogar, y varios cientos de millones habrán experimentado la angustia y la soledad del aislamiento social.

Sin lugar a dudas que estamos frente a un hecho inédito cuyas repercusiones aún no conocemos.

Aun con todo ello todavía hay esperanza de que esta crisis conduzca a un mundo mejor, por supuesto que sí.

FASE 3-SUX

 

La cooperativa de Camioneros del Servicio Urbano no quita el dedo del renglón.

Atendiendo las indicaciones sanitarias y, sobre todo, pensando en los miles de usuarios que diariamente mueven, el actual comité continúa con la sanitización de su parque vehicular.

Diariamente en todas las terminales las unidades son saneadas, la limpieza interna del autobús es realizada por el operador antes de iniciar cada salida, el cloro es el ingrediente principal mismo que es aplicado en los pasamanos, así como también en los asientos.

Esta cooperativa hasta el momento ya ha adquirido más de cinco mil cubrebocas, los cuales han sido entregados a los operadores, personal administrativo y de talleres.

En pocas palabras se está haciendo lo que se tiene que hacer, así de sencillo.

Muy al contrario de otras líneas camioneras, la del Servicio Urbano de Xalapa, aun con la crisis que lleva a cuestas, le cumple a sus favorecedores, acata las disposiciones emitidas por las autoridades sanitarias y cumple con su metido.

Bien por tan comprometida cooperativa.

PERSONAL DE SALUD

Ya lo comentábamos en una entrega anterior.

Los doctores, las enfermeras, los camilleros y auxiliares de enfermería, entre otros, son los héroes anónimos.

Tiene rato, desde que inició la etapa de prevención del virus, que tanto médicos y enfermeras han solicitado equipo de protección profesional. No se cansan de dar a conocer las condiciones tan deplorables en que trabajan, en que arriesgan sus vidas y en consecuencia las de sus familias.

No la tienen fácil.

Son los primeros en exponerse. Y lo saben.

Sobra mencionar que las protestas en distintos puntos del país han sido constantes, los reclamos son por la falta de guantes, caretas, batas, zapatos, pruebas médicas, entre otros, e incluso, gracias al descaro de los gobiernos estatales y el federal, han llegado al extremo de pedir ayuda en las redes sociales para poder adquirir estos insumos tan necesarios en estos momentos.

Ya son varios los profesionales de la medicina que han perdido la vida debido al contagio. Lo cierto es que las autoridades lo niegan.

Como también los implementos que les han hecho llegar las autoridades son de ínfima calidad con lo que la vida de todos ellos corre un serio peligro.