* Crónica presenta algunas de las claves principales sobre cómo se filmó la película que encumbró el cine de monstruos

Crónica

La forma del agua, de Guillermo del Toro, es una película que hace soñar. Hoy en día, y más allá de lo que vaya a pasar con las nominaciones al Oscar, se trata de la película de fantasía y de monstruos más exitosa de la historia, en cuanto de reconocimiento oficial se habla. Ninguna otra ha ganado el León de Oro de Venecia, Los Critic’s Choice Awards y los Globos de Oro.

Pero, ¿cuál es la fórmula del éxito de Guillermo del Toro y su filme? La respuesta no podría resumirse a un simple argumento, pero lo cierto es que el amor del mexicano por los monstruos ha dado como resultado paradójicos filmes cargados de gran humanidad; el tapatío ha consolidado, en esta nueva película, la metáfora de lo monstruoso como algo divino y nos ha maravillado con una estética visual impresionante, en un cuento gótico para la historia.

A continuación algunos detalles revelados por Del Toro sobre el proceso creativo que tuvo La forma del agua:

Concepción de una idea.  “Yo había oído entrevistas con músicos y ellos coinciden en que las grandes canciones vienen de golpe y muy rápido, así pasa con las ideas”, dijo el cineasta en la entrevista concedida a Crónica, durante su visita al Festival Internacional de Cine de Morelia.

“Las que terminan no funcionando son aquellas que trabajas mucho. Es como la diferencia de quien sabe dibujar y el que sabe renderear, es poner muchas rayitas y muy modosito pero el trazo inicial es muy malo, y eso pasa mucho más de lo que yo quisiera admitir (…) Lo que va pasando con el oficio de los años es que dibujas un poco mejor, pero te llega de chingadazo, y las ideas buenas son todas inevitables”, agregó el realizador.

“El cine es una forma de expresión muy parecida a la música. Agarras una canción y si lees la letra te das cuenta que no es poesía, y si oyes sólo la melodía sin la letra es karaoke, pero cuando las escuchas juntas, te pueden hacer mierda”, abundó. Y es que la semilla de esta película está en uno de los momentos más duros de su carrera, que fue el fracaso comercial de La cumbre escarlata, su filme anterior.

“La voracidad del cine es tan grande a nivel íntimo, que te roba la vida y es un sustituto muy pobre si no aprendes de estas películas, lo bueno y lo malo (…) de todas he aprendido un poquito”, expresó en una conferencia de prensa. Agregó que la idea para esta película surgió de la reformulación de su infancia “es un cuento de hadas para tiempos difíciles”.

El amor según Del Toro. “La idea era hacer una película donde se hablara del amor como una fuerza potente, viva”, dijo del Toro al presentar la cinta. “Porque si yo digo ‘no creo en el amor’, dicen ‘¡qué gordo más inteligente!’. Si yo digo ‘creo en el amor’, dicen ‘¡qué gordo más cursi!’. La verdad es que el amor es la única fuerza cósmica en la que han estado de acuerdo los Beatles, Buda, Jesús y Rigo Tovar, entonces creo que vale la pena”, enfatizó.

Figura de La Bella y la Bestia.  La historia de amor que presenta Del Toro es una variación extraña de La Bella y la Bestia, con ciertas variaciones sobre la raíz y efecto de la historia, que es de todos conocida. Una mitología clásica que se ha llevado al cine en otras formas, como puede verse en la historia de King Kong y que para el tapatío tiene dos vertientes “ambas insatisfactorias”:

“La primera es la puritana, en la que la bella tiene que ser una princesita hermosa y respetuosa y la bestia se tiene que convertir en un príncipe para que se puedan encontrar y tener una vida juntos. Me parece decepcionante la idea de que una historia de amor tenga que ser una historia de cambio, porque para mí el amor es la aceptación de alguien como es desde el principio o dejarla ahí”, comentó.

“La segunda acepción es más perversa, que tampoco me interesa. Yo prefiero empezar una historia en la que se muestra a una princesa que se está masturbando porque es un ejercicio en el que la mayoría de la población tiene práctica, y hasta puede dar puntaje por la técnica. Te da una cotidianidad y la posibilidad de un personaje femenino redondo, que tiene una vida más compleja que la otras princesitas”, dijo.

La fantasía como elemento político. El cineasta tapatío explicó que ese año de 1962 no fue aleatorio, considera que se trata de un tiempo mucho más cercano a las emociones sociales y políticas de la actualidad: “La película está desarrollada en 1962 porque es un año que representa también a la actualidad mundial, sobre todo en lo político. Ese año se hablaba de cristalizar un sueño, que nunca llega a realizarse; el sueño de la abundancia suburbana de los coches, del futuro, la carrera espacial entre América y Rusia, es un momento crítico que lleva plasmada una historia de fantasía”, enfatizó.

Además abundó en la idea que ya había explicado en Venecia sobre el poder de la fantasía como género para representar los actos políticos con mayor o menor fuerza: “La fantasía siempre es política. Si tú presentas esta misma historia desde el punto de vista de los ganadores, desde los científicos, del agente secreto del gobierno y le entras por la puerta grande, evitas algo más físico; pero si le entras por el lado de la gente que limpia los baños, por la que saca los botes de basura, ahí hay más entradas”, añadió.

El príncipe monstruoso.  “Me interesaba que la bestia no se convirtiera en príncipe, que se comiera un pinche gato cuando está viviendo con ellos. Le vale madre y al mismo tiempo creo que en la vida entendemos el mundo con dicotomías que son completamente falsas”, agregó en la mesa redonda con medios en Morelia.

Sobre la criatura dijo que la idea era que significara algo distinto para diferentes personajes, “para algunos está relacionado con su origen, para otros es un dios, la recuperación de la fe en la ciencia y la naturaleza, o repugnancia”.

El trabajo de diseño fue complejo, pues les tomó tres años lograr que el personaje no remitiera a ningún otro. Se enfocaron en salamandras, sapos, para texturizar las esculturas y la pintura. “Nunca pintamos un color plano, se pinta en transparencias. Está la base, el esténcil, otra capa de pintado a mano, proceso que se realizó varias veces. (…) La criatura tiene todos los colores de la película, es como un tiro al blanco”, esto se hizo para que la criatura pudiera encajar en todos los escenarios y respetar la codificación que lo vincula con otros personajes.

Concepto poético del agua. Todos los elementos de la película están cuidados: “Cada dos páginas del guión debía citar el agua. Ya fuera tomando agua, a través del sudor, ­etcétera, porque trata de mostrar el agua en todas sus formas. Por eso en el calendario que aparece al principio de la película vienen frases como ‘El tiempo es un río que surge de nuestro pasado’ o ‘La vida es el naufragio de nuestros ideales’”.

Culto al arte de hacer cine. Del Toro señala que el filme es una carta de amor a un tipo de cine, “ese cine dominguero que te salva la vida a veces. El trabajo con la cámara, con la música, con los actores, remite mucho al cine clásico, está filmada como un musical, aun cuando los actores no canten ni bailen. La cámara y los actores están haciendo una coreografía hermosa. La forma del agua es una película completamente enamorada del cine”, agregó.

El arraigo mexicano. El cineasta destacó que La forma del agua, como todas sus películas, siempre va a tener algo alusivo a la identidad del mexicano, en este caso no se trata de referencias visuales sino de la compleja personalidad de la película misma: “Una cosa totalmente mexicana es la cotidianeidad del monstruo; alguien que no es latinoamericano no se acerca a una historia de amor físico (…) eso depende de la relación tan mexicana que tenemos con lo fantástico, con lo surrealista, lo mágico, con naturalidad; no es algo anglo”, afirmó, para entonces referirse al realismo mágico.

Los colores que hablan.  Agregó la importancia de la codificación del color, pues el mundo de Sally y la criatura está identificado con colores azules y fríos para simular agua: “El departamento de ella está lleno de humedad y todo el tiempo de noche o luces frías. En comparación con la habitación de otros personajes donde las tonalidades son cálidas, aun cuando las escenas sean de noche”, agregó.

Por otro lado, el color verde se le asigna al futuro, “cada vez que se habla del futuro se usa ese color, y el rojo fue utilizado para representar todo lo relacionado con la vida, el amor y el cine”. Destacó que hay una escena con un papel tapiz que recuerda a las escamas de la criatura: “En la pared de Sally hay una mancha de humedad enorme. Reprodujimos con humedad el grabado de la ola gigante de Kanagawa”, dijo del Toro.

La forma del agua es una obra maestra que no se puede descifrar en pocas palabras, lo que sí es imprescindible es que Guillermo del Toro nos vuelve a invitar a soñar y a no temerle a los monstruos.